jueves, 21 de marzo de 2013

Pônencia: Dinero, mentiras y algo de sexo. Expositor: Alberto Ilief



TERCERAS JORNADAS NACIONALES ABOLICIONISTAS SOBRE
 PROSTITUCIÓN Y TRATA DE MUJERES Y NIÑAS/OS
2012


Título : Dinero, mentiras y algo de sexo
Autor: Alberto B Ilieff
Eje 2: El abolicionismo frente a la prostitución y la trata de mujeres y niñas/os.




Dinero, mentiras y algo de sexo
Por Alberto B Ilieff


Introducción
Pensar la prostitución como una relación “sexual” mediada por el pago es una simplificación que a esta altura de los conocimientos es insostenible. Esa es la visión arcaica del tema, en la que la responsabilidad recaía siempre en la mujer, por eso todos los nombres se refieren a ellas: putas, prostitutas, mujeres de la vida, mujeres de vida fácil, etc. y no existen para los varones que pagan, salvo el inespecífico de “cliente”. Esta simplificación no es inocente, es un acto político que señala para ocultar, una estrategia de poder.
Cuando escuchamos los argumentos reglamentaristas encontramos nuevamente este punto de vista segmentado, se habla de los derechos de las mujeres o más ampliamente, de las personas en prostitución, del derecho a disponer de su cuerpo, sobre su sexualidad,  si eligen o no, etc. Todo vuelve a girar en torno a la persona en prostitución. De este modo la visión reglamentarista retrotrae el tema a solamente un sector de la sociedad y de ahí a lo personal, a lo individual. Lo remite a una elección que siempre será personal y subjetiva y sobre todo, de la persona que se halla en situación de prostitución. Del mismo modo que la violencia intrafamiliar era sustraída del ámbito político y recluida al privado, lo mismo se hizo e intenta hacer con la prostitución. Por esto decimos que es un modo de encarar el tema conservador, dado que repite los tópicos que durante estos siglos se fueron acunando.
Digo que es un modo de enfrentar  el tema de manera segmentada porque hace un recorte grosero y evidente dejando afuera a quienes buscan y pagan por prostituir, a quienes obtienen directa o indirectamente ganancias de esa actividad, y a la sociedad toda que posibilita la existencia de la prostitución mediante el mantenimiento de las condiciones materiales y simbólicas que la generan.

En estos momentos la práctica diaria misma se opone, va contradiciendo esta estrategia. Cada vez más noticias hablan sobre el tema, charlas, debates, libros, entrevistas en medios de difusión, leyes u ordenanzas municipales como las de prohibición del funcionamiento de burdeles bajo cualquier denominación, el decreto presidencial prohibiendo la publicidad prostibularia, demuestran que ya no es posible colocar el tema en lo personal e individual, por el contrario, está demostrando que es un tema netamente social, político, y es desde ahí que debe ser encarado.
A nadie se le ocurre enfrentar a la desocupación laboral, al dengue, chagas, a la desnutrición infantil, o al analfabetismo desde una mirada individual, desde la relación entre la vinchuca y la persona infectada; si alguien lo quisiera hacer así quedaría solo, porque hoy es insostenible no pensar cualquiera de estos temas desde lo social, desde relaciones de poder y clase, entonces, ¿por qué la prostitución tendría que ser una excepción?

Decía antes que pensar la prostitución como una relación “sexual” mediada por el pago es una simplificación y lo es porque implica mucho más que las personas que intervienen. Estar a favor o hacerse el desentendido u oponerse  es ante todo una postura ante la vida y el mundo que nos rodea. Es la diferencia entre la búsqueda de relaciones, y no hablo solamente de sexuales o de pareja o amistad, cada vez más humanas, comprometidas, relaciones que sean un encuentro tal como lo definen los existencialistas o como dice aquella canción de Soda Stereo, relaciones signadas por “nada personal”, de utilidad o funcionales, simples intercambios, “nada personal, nada especial”.
Y esto implica no solamente como me relaciono con un otro una otra, sino también conmigo mismo, como me valoro, si como una persona en un mundo con personas, o como un objeto entre otros, como un conjunto de necesidades que buscan su satisfacción no importa cómo. Al hablar de persona estoy mencionando también los cuerpos y la sexualidad. Estoy interrogando si la considero parte de mi ser que merece ser vivida y sentida en plenitud, integrada en mi persona y cuando digo integrada me refiero a una íntima conexión con mi sensibilidad, mis afectos, mi inteligencia y moral, o el cuerpo es solamente una herramienta, y la sexualidad una forma de obtener algo. En el primer caso tenemos la visión integrada de la personalidad, cuerpo psique como unidad indivisible; en el segundo la forma conservadora donde el cuerpo esta disociado, separado del alma, de la psique, y es materia baja, lo que debe ser dominado, usado, sometido por ser sede de las “pasiones”, de lo bajo y vulgar.

En última instancia, interrogar acerca de la prostitución es interrogar acerca de la sociedad que la genera y acepta, del tipo de relaciones que establece entre las personas y de las personas consigo mismas, de la aceptación de una sexualidad libre, plena y gratificante; es interrogarnos acerca de lo que tiene o no tiene precio, puede o no puede ser comprado,  es preguntarnos si consideramos nuestro cuerpo como nuestra única posibilidad de vida sobre el plantea o como un instrumento para la obtención de un fin, lo que significa también si consideramos nuestra vida como parte de la vida y que la única finalidad es la de ser vivida o pensamos que es un medio para obtener alguna cosa.
En definitiva, la visión reglamentarista de acuerdo con la conservadora tradicional ven a la prostitución como un hecho individual,  de elección personal y que por lo tanto atañe solamente a quienes la ejercen. De manera más comprensiva por amplia y abarcadora, creo que debe entenderse como un hecho social y solamente desde esta perspectiva estudiarse, por lo que entonces, nos interroga y compete a todos y todas las que formamos esta sociedad.




Dinero
Esto que acabo de decir no es igual para todos, mientras que para el abolicionismo es un tema de derechos humanos, de la dignidad humana, de la sociedad que queremos, para el reglamentarismo es una cuestión netamente económica porque el cuerpo de la prostitución es un instrumento para conseguir dinero, la persona en prostitución solamente el medio, la máquina, productora de ese dinero.
El sostenimiento de la prostitución es posible a nivel material por las enormes ganancias que proporciona y a nivel simbólico porque confirma y es parte las bases inequitativas de nuestra sociedad.

El 21  noviembre ppdo. en una noticia titulada “Prostitución mundial mueve cada vez más dinero” se hace referencia a un estudio recientemente dado a conocer por la Fundación Scelles de París  que concretamente dice:

Globalizada y controlada por el crimen organizado, la prostitución se convirtió en un mercado económico próspero, que se cifra en millones de dólares….
El informe "Explotación sexual: prostitución y crimen organizado", que hace un balance de la prostitución en 54 países, afirma que los proxenetas se han organizado en base a "un modelo capitalista ejemplar", que les supone beneficios que se elevan a miles de millones de dólares.
El fenómeno de la prostitución es cada vez más fuerte, rentable y mundializado, insiste el documento que cita el incremento de la prostitución en Argentina, Brasil, México y Guatemala, entre otros países…..
….. Según el informe, la cifra de negocios de la industria del sexo se elevaría a más de 1,5 millardos de euros en Grecia, más de 2 millardos de euros en Rusia y hasta 18 millardos en España….”
(http://www.ambito.com/noticia.asp?id=664107)

En los discursos vale lo que se dice y también los silencios, como en la música, estos también ocupan un lugar y  tienen sentido.
Es sospechoso que en tanta charlas y reportajes y notas reglamentaristas no se nombra el sistema prostituyente, a todos los que viven del cuerpo de las personas sometidas a prostitución y mucho menos se habla del dinero. La prostitución queda reducida a la actividad de unas personas y en un ámbito casi abstracto.

Hablando de dinero es bueno recordar que  la Redtrasex  dedicada a abogar por la reglamentación de la prostitución como “trabajo”, el 12 de diciembre de 2011 firmó un acuerdo con Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la tuberculosis y la malaria, por lo que recibirá una subvención de 12 millones de dólares para cinco años de proyecto y 3,8 millones para los primeros dos años.  El objetivo es el siguiente: “La iniciativa cuenta con tres líneas estratégicas distintivas: una es el fortalecimiento organizacional; otra es la mejora del marco legislativo y normativa por medio de la incidencia política y la tercera es la mejora de los servicios de salud.” (el subrayado es mío)

No hay que hacer demasiada interpretación para descubrir que este dinero es clara y simplemente para hacer lobby, para crecer y fortalecerse como organización y actuar políticamente a nivel gubernamental, lo que esperaríamos respecto del hiv/sida, campañas de prevención, asistencia a quienes están contagiadas, y otras, directamente ni siquiera son nombradas.
“Según la Secretaria Ejecutiva de la REDTRASEX, Elena Reynaga, la propuesta apunta a ….que los gobiernos empiecen a respetarnos como ciudadanas con derechos”.”
“Para alcanzarlos, la Red se propuso tres áreas de trabajo….Una de ellas permitirá mejorar su participación e incidencia política en espacios de toma de decisión, a nivel nacional y regional; la segunda, fortalecer las capacidades (técnicas, administrativas y financieras) de sus organizaciones y finalmente la tercera permitirá generar estudios, capacitaciones y sensibilizaciones a profesionales de la salud para que brinden servicios de salud integral y amigables.”(Datos obtenidos en  http://www.cta.org.ar/ww.cta.org.ar/La-REDTRASEX-firmo-un-acuerdo-de.html)

Evidentemente no interesa desmantelar la prostitución, no interesa que las personas que son reiteradamente sometidas puedan ser liberadas, lo que sí interesa y mucho es resguardar el negocio del que estos millones de dólares son una ínfima parte.

Mentiras
Quizá suene muy fuerte llamar así a una serie de cuestiones que son planteadas desde el reglamentarismo, pero cuando se ha visto como a través del tiempo son cambiadas unas por otras cada vez que caen, como se fuerzan y tergiversas conceptos y como todo confluye hacia un único lugar: la prostitución como “trabajo”, no queda más que dudar acerca de su veracidad.
Entiendo que muchos de estos enunciados son efectuados para impactar en el público pues a poco que se los piense se descubre oquedad.
Veamos algunos de ellos, comenzaré por los de última cosecha y a propósito de las leyes que en distintas provincias son dictada para el cierre de prostíbulos:

-                      Las personas en prostitución estan invisibilizadas:
La prostitución en la práctica nunca fue invisible, las personas en las rutas, en las esquinas, en determinadas plazas, eran perfectamente conocidas, igualmente los prostíbulos todos sabemos dónde se hallan, es parte de su actividad, mostrar dónde están para ser halladas. 
Si lo que se quiere decir es que en el discurso no aparecían, esto es verdad, es efecto de la naturalización. En estos momentos en que profusión de notas y estudios aparecen diariamente ya no puede hablarse de invisibilización en este sentido, mucho menos Ammar CTA.
Llamo la atención al modo en que usan la palabra “invisibilizadas”,  queriendo indicar que al mismo tiempo que no son “escuchadas”. Al parecer para ammar cta ser “escuchada” significa aceptar su propuesta. 
Hacer algo visible, escucharlo, no significa someterse a su arbitrio. El abolicionismo tiene buena escucha en el sentido que puede captar lo que está implicado y velado en el discurso y por eso mismo no lo acepta.
Vale tener presente que si tenemos que hablar de invisibilización, de no ser escuchadas, no son precisamente quienes se quejan de esto las silenciadas, sino todas aquellas organizaciones de personas que estuvieron o están en situación de prostitución y que apuntan a un cambio social, que no se reconocen ni aceptan como trabajadoras y que se esfuerzan por su crecimiento personal concurriendo a la escuela, aprendiendo oficios, o creando cooperativas de trabajo, algunas son Ammar Capital o Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos, Alitt, Mal, cooperativa Nadia Echazú.

-                      Las leyes que cierran los prostíbulos perjudican a las personas en prostitución:
El reglamentarismo dice que estas legislación perjudica directamente a las personas en prostitución que bajo su consentimiento desempeñan autónomamente esta actividad, las torna más vulnerables y precariza, reprimen el ejercicio de la prostitución y contribuyen a estigmatizarla más. O sea que, para que esto no suceda, se deben dejar las cosas como están.
Esta postura muestra claramente que lo que en última instancia defienden es al prostíbulo y con este a todo el sistema. Esta defensa las hace caer en contradicciones, mientras que abogan por un desempeño independiente de proxenetas, al mismo tiempo defienden y reconocen al burdel como su lugar.
Recordemos que desde el siglo pasado está vigente la ley 12331  que prohíbe la existencia de prostíbulos  o sea que las que actualmente se dictan no son una novedad, lo que molesta es que ahora se cumplen. En definitiva, lo que molesta y mucho es la ruptura de un sistema de impunidad que salvaguardaba los intereses de las redes de prostitución.

Dicen que esta legislación lo que hace es volver más clandestina la actividad y criminalizarla.
Si vamos al diccionario de la Real Academia nos encontramos con:
Clandestino/na:  1. adj. Secreto, oculto, y especialmente hecho o dicho secretamente por temor a la ley o para eludirla.
En tanto la ley lo que pena es el proxenetismo, el rufianismo, la existencia de burdeles, lo que es pasible de buscar sustraerse a la ley, ocultarse, clandestinizarse es esto, no las personas en prostitución.  En la medida en que ellas se hacen cargo de esta situación están representando los intereses de las redes,  repiten la voz del amo.
Este punto que en este momento es su caballito de batalla es su mayor fragilidad porque muestra lo que hay detrás de todos estos reclamos. Si realmente buscaran independizarse de proxenetas, romper con la trata de personas y  el abuso comercial infantil, estas leyes al cerrar los prostíbulos las liberan de los condicionamientos y sometimiento a proxenetas, por lo que tendrían que al menos reconocerles esta virtud.
En última instancia, el actual reclamo reglamentarista está más orientado a sostener y dar un marco de legalidad a los prostíbulos que buscar la independencia de quienes ejercen esta actividad.

-                      La prostitución siempre ha existido y existirá porque es “necesaria”  como
-                      posibilidad de satisfacción del instinto sexual masculino. (Debemos prestar atención al hecho de que desde las organizaciones reglamentaristas comienzan a hacer al decir que también mujeres pagan por sexo, aunque esto sea minoritario, y seguramente estadísticamente irrelevante, como argumento no puede ser desatendido ya que de ese modo comienzan a sacar el tema del más generas que es la violencia de género).
No hay pruebas científicas que aseveren la existencia de la prostitución en todas las épocas. Tengamos presente que para que exista se requiere de determinado régimen social de género, de determinado ordenamiento de la sexualidad y de las disposiciones morales, sanitarias y legales, de desigual distribución de los bienes. Como todo fenómeno social depende de condiciones que lo posibiliten las que es muy improbable que siempre hayan existido. Aún en el supuesto de que fuera una actividad nacida con Adán, ello no implica en modo alguno legitimidad, Caín mató a Abel pero eso no legitima al homicidio. 
Por otro lado, ya ha quedado en la época mítica considerar que el deseo sexual masculino es irrefrenable, perentorio, que su contención puede traer daños a la salud o desencadenar consecuencias sociales catastróficas (violaciones) (para más datos véanse estudios de masculinidad).
El reglamentarismo al adscribir estas ideas refuerza la desigualdad de género, acepta una visión denigrada del hombre como poseso de su sexualidad y de la mujer como objeto para su satisfacción. De este modo sostiene los prejuicios y la moral sexual dominante al sujetar a un grupo de personas para que sean los objetos de satisfacción de esta supuesta  urgencia sexual masculina, la que también implica la división entre la mujer privada y la pública, la honesta y la prostituida.

-           La prostitución es una forma de empoderamiento de la mujer:
No existe tal empoderamiento, aún cuando la mujer pueda fijar el monto de la paga, esta nunca compensará, por elevada que sea, la dignidad desconocida y  el daño que de manera concreta, no metafórica, se produce en el cuerpo, la psique y en las relaciones sociales.  El empoderamiento debe llevar a mejores condiciones de vida, a modificar y ampliar el campo de movimiento,  implica una acción decidida hacia un desarrollo integral de la persona. En el caso de las estrategias de sobrevivencia como es esta, ese objetivo no se logra. Que la persona pueda alimentarse y dar algún bienestar a su familia no significa que eso se traduzca en un crecimiento personal.
Difícilmente pueda haber empoderamiento cuando los propios implicados,  proxenetas, tratantes y prostituidores (clientes), son los primeros en  convertirlas en objeto, en simples cuerpos que pueden ser usados según el precio y luego olvidados.

El tema de la libertad es central dado que es el concepto fundante que sostiene el andamiaje reglamentarista. Hay que hacer notar que nunca definen qué entienden por libertad, tampoco aclaran ¿por qué habría que pensar que la libertad también implica prostituir?, ¿por qué si la comprende niños y niñas no podrían  tener esta libertad?
En todo lo expresado desde el reglamentarismo nunca se hace referencia a un derecho humano básico y que se halla comprendido en los de igualdad y libertad y que es su base: la dignidad
En la prostitución este es el principio de derechos humanos  fundamental primariamente vulnerado. Vale aclarar que todos los derechos humanos son solidarios entre sí, de tal modo que la violación de solamente uno de ellos también implica el daño a todos los otros, por eso este tema también podría ser contemplado desde el punto de vista de la libertad o la igualdad o de otros, pero sin perder de vista que lo que se halla en juego básicamente es la dignidad humana.
Ya Naciones Unidas en  su Convenio de 1949  para la Represión de la Trata de Personas  y de la Explotación de la Prostitución Ajena centro este tema al decir en su Preámbulo:
“…la prostitución y el mal que la acompaña, la trata de personas para fines de prostitución, son incompatibles con la dignidad y el valor de la persona humana…”

Es precisamente en este punto donde la prostitución de revela como opuesta a los derechos humanos, porque justamente consiste en convertir a un ser humano en objeto, en un cuerpo, o mucho menos,  partes de un cuerpo,  suficientes para la satisfacción sexual de quien paga.
La cosificación de la persona, el arrebatarle su ser sujeto es el acto de anulación de sus derechos como persona humana y por lo tanto es un acto de violencia. Al buscar anular su humanidad también se anula su igualdad y libertad, por lo que justificar la prostitución desde la libertad es un contrasentido, un disparate, porque sin dignidad no hay igualdad ni libertad.
Desde esta concepción es irrelevante el consentimiento o no, dado que los derechos humanos son irrenunciables, no se puede consentir su anulación.

Por otro lado, y esto es fundamental en cuanto a los derechos, la libertad es la posibilidad de elegir entre opciones que permitan el desarrollo de una vida plena, justamente la prostitución no es un ejemplo de una actividad que permita el desarrollo integral y sano de la persona. Los importantes daños en el cuerpo, en lo psíquico y social demuestran lo contrario. Debemos entender a la salud desde una perspectiva integral y no solamente como presencia  o ausencia de enfermedad. En la prostitución la salud en el sentido amplio se ve profundamente deteriorada en sus aspectos sociales, físicos y emocionales.


-                     El abolicionismo vulnera sus derechos humanos y laborales
El reglamentarismo hace una elaboración tendenciosa de lo que se entiende por derechos humanos; toman el derecho al trabajo y a la libertad olvidándose de los restantes como el básico de la dignidad, y otros como el derecho a la  salud. Si partimos que la prostitución es una forma de sobrevivencia no un trabajo, difícilmente se pueda encontrar un derecho a prostituirse, o mejor aún, el derecho de los clientes a prostituir.
Si la prostitución fuera un derecho humano, no se le podría negar a los niños y niñas.
Reclaman su derecho a la libertad para disponer de sus vidas y cuerpos, toman la idea de ser dueñas de su propio cuerpo para reivindicar su derecho a prostituirse. Paradójicamente es el mismo caso de quien haciendo uso de su libertad decidiera esclavizarse, renunciar a su libertad y entregarse como esclavo a un otro, adueñarse del propio cuerpo para someterlo a la prostitución es similar.

-                     Las Asociaciones o cooperativas solucionan los problemas:
Esta propuesta es impactante y eso es lo que busca, a poco de pensarla se descubre que es simple marketing para no modificar nada.
El alquiler y sostenimiento de emprendimientos de este tipo requiere de  cierta cantidad de dinero, en general las personas en prostitución no tienen capacidad económica ni los recursos para comprar o alquilar una vivienda apta, el amueblamiento y sostenimiento de la misma, pago de impuestos, etc, por lo que detrás, como en la actualidad, estarán los proxenetas, los que sí tienen capacidad económica para montar emprendimientos de este tipo. Es un intento de lograr el ordenamiento de la  prostitución como trabajo y dar  algún cuerpo asociativo legal que permita su reglamentación. En definitiva, sería un burdel con otro nombre.
Aún en el hipotético caso que este modelo pudiera funcionar adecuadamente, que las personas pudieran agruparse y unirse en sociedades o cooperativas, lo central y que hace que de todos modos esta supuesta solución sea inaceptable es que la cosificación de la persona y el uso para la satisfacción sexual ajena no se modifican, por lo que el centro de violencia se mantiene ya sea con proxeneta o sin él.
Por otro lado, la Argentina es legal y políticamente abolicionista, ha firmado documentos internacionales al respecto, por lo que es imposible reglamentar la prostitución bajo cualquier denominación.

-                      La reglamentación elimina a proxenetas y tratantes:
Un argumento a favor de la regulación es que termina con la presencia de proxenetas y tratantes, elimina la prostitución infantil y la trata de personas y da seguridad a quienes ejercen la actividad. Estos extremos están negados y de manera muy clara por las experiencias de los países reglamentaristas donde por el contrario, se muestra que estos delitos no solamente no desaparecen sino que se incrementan: aumenta el crimen organizado relacionado con la prostitución, proliferan los locales y la industria ilegal, las condiciones en las que se desarrolla la actividad respecto a la salud y de seguridad de las personas que la ejercen no ha mejorado y se han enriquecido los explotadores convertidos en “honorables” empresarios. El abuso sexual comercial infantil (prostitución infantil) no desaparece pues es una fuente importante de ganancias que siempre está junto a la prostitución de adultos. Por último, ahí donde hay prostitución hay trata de personas porque este es el medio por el que se nutren de personas sometidas los burdeles. También vale señalar que aumentaron los delitos conexos y por lo tanto la inseguridad social (tráfico de drogas, lavado de dinero).

-                      La prostitución cae en una zona de vacío legal:
Consideran que al no ser ilícita la actividad pero al mismo tiempo, no estar legislada, se cae en un vacío legal que favorece la acción de proxenetas y deja en situación de desamparo a las personas que ejercen la prostitución, de ahí que un reclamo constante  sea la reglamentación.

No existe tal vacío legal, Argentina al ser abolicionista persigue a los proxenetas, tratantes, explotadores en general de la sexualidad ajena, por lo que hay leyes dictadas al respecto y últimamente son confirmadas por las de distintas provincias ordenado el inmediato cierre de los prostíbulos. En cuanto a las personas en situación de prostitución las considera víctimas por lo que no hay persecución ni reproche en su contra, sino que se tiende a su asistencia. Por lo tanto no se puede hablar de vacío legal, la falta de reglamentación de esta actividad no es tal vacío,  sino justamente la esencia de este sistema.

-                     El abolicionismo es moralista:
Se critica al abolicionismo por considerarlo “moralista”, representante principios especialmente religiosos, los que se contrapondrían al ejercicio libre de la sexualidad. Esto es un contrasentido pues fueron esos principios tradicionales los que permitieron el desarrollo de la prostitución y la mantuvieron como una institución social más y una forma de control.  La prostitución siempre fue instituida cuando se necesitó controlar la sexualidad, separar y amparar la reproducción y por este medio la trasmisión de los bienes mediante una herencia también controlada.
Sostener la crítica de “moralismo” es desconocer completamente la historia del abolicionismo y su profunda relación con el feminismo y otros movimientos propulsores de un cambio social y una apertura hacia una sexualidad voluntaria, libre de condicionamientos y de la obligatoriedad de la procreación e integrada a la personalidad y dispuesta al placer.

-                     Prostitución y trata de personas son cosas diferentes:
Los grupos reglamentaristas aducen que mientras la prostitución no está prohibida (lo penado es la explotación de la prostitución ajena), la trata sí lo está por ser un delito. Basadas en lo que es una interpretación, una construcción  jurídica y tomándola como un todo, separan ambos elementos. En la práctica, en la realidad de todos los países, no existe tan diferencia pues inevitablemente una lleva a la otra.
Este intento de separación es una estrategia para encubrir a tratantes y proxenetas.
El destino mayoritario de las mujeres y niñas víctimas de trata es la prostitución, la trata de personas es el medio por el que los proxenetas se nutren de mujeres para explotar. Si  la vulnerabilidad económica,  la exclusión social, la presión de las normas patriarcales no alcanzan  para cubrir la demanda y variedad y por ello se necesitan más cuerpos-personas, se recurre a la trata, por lo tanto, la trata de personas es una parte importante del sistema prostituyente, no puede ser separada de este.
Unir prostitución y trata es  integrar la secuencia hacia su finalidad; sino, si consideramos a la trata como algo separado, caeríamos en el sin sentido de pensar que una mujer o niña son engañadas, secuestradas, sometidas, para nada, para quedar en una especie de limbo, cuando la realidad nos muestra que son halladas en los burdeles.

-                      La prostitución adulta es diferente a la infantil:
Esta argucia se halla desmentida por la propia realidad. La edad promedio en que las personas son ingresadas a esta actividad es alrededor de los 13 años. Como en la mayoría de los países esto constituye un delito, es la parte menos visible de esta actividad, son muy pocos los casos en que el inicio fue en la mayoría de edad legal.
Los procedimientos policiales muestran como conviven en un mismo burdel niñas y adultas.

-                      El abolicionismo es de derecha y conservador:
Para algunos sectores de izquierda la reglamentación de la prostitución significa la ruptura con la heteronorma y con modelos centrados  en la mujer monogámica heterosexual y reproductiva.
Si analizamos los datos históricos y aún hoy, la situación real de las personas en prostitución, surge que la prostitución es parte de un sistema de sometimiento de las personas, de mantenimiento de los prejuicios y limitaciones impuestos a la sexualidad (mujer pública vs privada, honesta vs deshonesta, sexo no libre, sexo sometido a turnos y pago, el cuerpo como máquina de producción económica, el cuerpo como máquina de reproducción, grupos destinados al “servicio” y satisfacción de otros, etc.), mantiene una división sexual y clasista, el dinero habido es captado fundamentalmente por el capitalista, por el dueño del establecimiento y en la mayoría de los casos, dueño de las personas en prostitución. En definitiva, la prostitución lejos de ser un momento transgresor o capaz de producir modificaciones sociales, es un elemento más de la sociedad tradicional clasista y dividida en géneros.
La ruptura de modelos centrados  en la monogámia heterosexual y reproductiva no se logra con la prostitución dado que esta está montada para sostener dichos modelos, es una herramienta más de poder para normalizar la sexualidad e institucionalizar los vínculos. Sostiene la norma sexual hegemónica articulada sobre la pareja monogámica, heterosexual y reproductora, que se legitima bajo la institución del matrimonio al separar a las esposas, novias de las “otras”, las relaciones afectivas de las de pago, manteniendo así los roles tradicionales.

Solamente una sexualidad  libre basada en la mutua elección, en el placer compartido, en el respeto de los cuerpos y las personas, en el propio sentir, librada de imposiciones sociales externas modificará este cuadro. Mientras tanto la prostitución será la válvula de escape para no producir un cambio significativo en las relaciones y repetirá el sometimiento clasista y de género.

Algo que tampoco ven estos sectores de izquierda es que  la prostitución tal como esta entablada en la actualidad responde completamente al modelo capitalista neoliberal, es más, sus principios son los de aquel. Es una fuente importantísima de dinero que aceita a las máquinas policial, judicial y política. Se debe estudiar más profundamente la relación existente entre las situaciones de crisis económica y el aumento de la cantidad de personas en prostitución, se verá entonces que el capitalismo se hace de ese dinero para sostener a las empresas “en blanco” y a la maquinaria funcionando. Por lo tanto hay en la actualidad una relación profunda de mutuo apoyo y sostenimiento entre el sistema prostituyente y el capitalista.

-                      La reglamentación evita la explotación sexual:
Un término que llama a confusión es el de “explotación sexual” equiparándolo a la “explotación laboral” cuando son conceptos diferentes.
En el capitalismo todo trabajador es explotado, por eso hablamos de explotación laboral. El punto no está en  las condiciones en que se desarrolla la labor sino en la plusvalía.
Al hablar de explotación sexual no se habla de las condiciones en las que se realiza la actividad, no solamente se hace referencia al proxeneta que se queda con parte o todo el dinero que la mujer obtiene, sino también al prostituidor o cliente que obtiene placer mediante ese cuerpo y que no compensa con el dinero.
El trabajador lo que vende es su fuerza de trabajo, si bien siempre interviene el cuerpo lo que vende es su capacidad, su saber hacer, en el caso de la prostitución, lo que se entrega es el cuerpo, no hay mediación.  


-                                              La prostitución es un trabajo:
Este tema es el más debatido, estaría incompleta esta exposición sino hiciera alguna referencia al mismo.
El reglamentarismo une esta cuestión del trabajo a la libertad de decisión sobre el estilo de vida y el cuerpo haciendo de todo esto una cuestión individual que depende de la voluntad y elección de cada persona.  Basarse en la libertad de la persona para prostituirse y por lo tanto considerarla  “trabajo”  es un engaño. En nuestra sociedad el trabajador vende su fuerza de trabajo, su capacidad productiva, no a sí mismo, no a su cuerpo.
He escuchado varias veces decir que no hay diferencia entre las manos, o el cerebro y los genitales. Este decir efectista nuevamente encubre la realidad, que sí hay diferencias no solamente entre las distintas partes corporales sino también en su valoración social.  Tan es así que el uso de las manos o del cerebro, las especializa, afina las herramientas físicas e intelectuales, por el contrario, el uso de los genitales como máquina para obtener dinero, los daña y muchas veces de manera irremediable.

Este hecho como todo otro social no depende del individuo sino que debe ser producto de un acuerdo social en el que todas las voces debe ser oídas, dado que hay muchas otras en igual situación que no aceptan esta designación, así como las de quienes formamos la sociedad, dado que, repito, esta no es una cuestión individual o de elección personal sino un hecho social.

No se debe perder de vista que la persona en prostitución es la punta del iceberg, alrededor de ella se despliega un amplio sistema prostituyente integrado por muchas otras personas que son las que sostienen esta actividad. Al validar a una de ellas considerándola “trabajadora” inmediatamente se legitima a todo el sistema.
Junto con esto se dice que si se reconoce como trabajo el estigma social desaparecerá. Este argumento subestima o desconoce los mecanismos sociales. Difícilmente el estigma será eliminado sobre todo cuando es mantenido en gran medida por los hombres que se benefician del cuerpo de las personas que ejercen esta estrategia de sobrevivencia.
Es ideal e ilusorio creer que con el cambio de nombre varían las condiciones que le dieran origen y sostenimiento a una actividad, y es a esto a lo que debemos apuntar. Por esto mismo decimos que el reglamentarismo busca un cambio superficial para no cambiar en lo profundo, no solamente no modifica las causas sino que indirectamente las convalida y permite que el capitalismo y el patriarcado se afiancen.
Reglamentar es instituir un mercado de cuerpos femeninos para uso del prostituidor (cliente), que tendrá asegurada la salud y calidad y variedad de su mercancía y en beneficio del proxeneta, que continuará lucrando y comerciando con los cuerpos, ahora legitimado, y de los tratantes  convertidos en abastecedores de los burdeles que pasarán a ser “centros de atención”. Lo que logra es perpetuar el sistema prostituyente con todas sus complicidades y mantiene el statu quo, es un mensaje que dice que es lícito usar a otra persona para los propios fines, siempre y cuando medie dinero, es  normalizar a las personas como mercadería.

También vale considerar que por este camino se abre un espacio para el abuso sexual infantil comercial (prostitución infantil) de tal como que podría ser comprendida como lo hace la Organización Internacional del Trabajo, como una de las peores formas de trabajo, peores, pero trabajo al fin (Artículo 3 del Convenio núm. 182 de la OIT).

Sobre el tópico de que la reglamentación protege a las personas no me extenderé porque es ampliamente conocida su total inexactitud.

Aquellas mujeres que están en situación de prostitución y defienden su "derecho" a estarlo como si se tratara de un trabajo, proceden como los esclavos del siglo XIX que no querían la liberación, sino seguir sirviendo a su amo; y como todos aquellas y aquellos que en los sucesivos momentos históricos, sufriendo imposiciones, aceptan someterse a las mismas como algo natural.
 Cuando una persona se resigna a convertirse en esclava y en objeto para que otro la use, está aceptando que también otras personas sean convertidas en esclavas y objeto de uso.



-                                              Medio de vida:
Que algo sea un medio de vida no necesariamente los justifica ni lo torna personal y socialmente valioso. En su momento también fue usado cuando se pretendía abolir la esclavitud, se decía que estas personas no conocían otra cosa, que habían nacido y vivido siempre como esclavas y que ese era su medio de vida.
Si la preocupación reglamentarista es el medio de vida sería interesante que abogaran por trabajos acordes a la dignidad de las personas, a que todas accedieran a educación y  capacitación laboral, antes que dejarlas en la misma condición nada más que ahora con el nombre de “trabajadoras”.
Este es el punto preferido por los reglamentaristas para atacar las posturas que buscan la desaparición de las situaciones de prostitución. Dicen que de cesar estas se dejaría a las personas sin posibilidad de sostenerse económicamente a sí mismas y a su familia. Esto no es exacto, es un principio del abolicionismo la asistencia integral a las personas en prostitución por entender que la sociedad debe reparar el daño que se les ha causado y restituirles sus derechos.

-                      Trabajadoras pero diferentes:
¿Deben sentirse avergonzadas las personas que con una máquina hacen costura?
¿deben sentirse disminuidas las personas que hacen “carteritas”? ¿y las que limpian en nuestras casas?
Claro está que estas son preguntas retóricas, pero según los dichos de Ammar CTA pareciera que sí

-          “ queremos dejarles en claro que cuando exigimos más derechos para nuestra población, no estamos exigiendo una maquina de coser, ni que nos busquen alternativas laborales , nosotras somos trabajadoras sexuales y nos reconocemos como tales y así queremos que nos reconozcan y nos respeten”
Comunicado de Ammar  CTA  "Nos entregan a las mafias"

-          “Que aquellos que legislan no nos escuchen y pretendan imponer sus argumentos moralistas ofreciéndonos alternativas laborales, como “una máquina de coser o hacer carteritas”, es violencia.”
Declaración 25 de noviembre - Día Internacional de la NO violencia contra la Mujer.

Algo de sexo
Después de todo lo dicho ¿qué lugar queda para el sexo?
Evidentemente toda esta cuestión no tiene que ver en absoluto con  el ejercicio de la sexualidad compartida, responsable, placentera, sino con formas de sometimiento, de control, de división de género y clase y de obtención de dinero.



Palabras finales
El abolicionismo se opone a la reglamentación de la prostitución por considerar que esta medida es retrógrada, que destruye los avances en la recuperación de los derechos de las mujeres al convalidar  y fijar una situación de desigualdad. Ello significa que en adelante las personas vulneradas, excluidas, podrán ser reclutadas para un mercado de cuerpos en el que los beneficiados son todos aquellos que lucran con estos cuerpos y los que se satisfacen en ellos.

Se ha empezado a comprender la idea de que la prostitución es una forma de violencia y que, por tanto, no se puede entender como forma de relación laboral alguna, dado que no puede haber derechos laborales ni mercantiles cuando se violan derechos fundamentales.

La equidad entre varones y mujeres  no es compatible con la prostitución. No se puede entender la dignidad  como la legalización de esta inequidad.







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