TERCERAS
JORNADAS NACIONALES ABOLICIONISTAS SOBRE
PROSTITUCIÓN Y TRATA DE MUJERES Y NIÑAS/OS
2012
Título : Dinero, mentiras y algo de sexo
Autor: Alberto B Ilieff
Eje 2: El abolicionismo frente a la prostitución y
la trata de mujeres y niñas/os.
Dinero, mentiras y algo de sexo
Por Alberto B Ilieff
Introducción
Pensar la prostitución como una relación “sexual” mediada por el pago es
una simplificación que a esta altura de los conocimientos es insostenible. Esa
es la visión arcaica del tema, en la que la responsabilidad recaía siempre en
la mujer, por eso todos los nombres se refieren a ellas: putas, prostitutas,
mujeres de la vida, mujeres de vida fácil, etc. y no existen para los varones
que pagan, salvo el inespecífico de “cliente”. Esta simplificación no es
inocente, es un acto político que señala para ocultar, una estrategia de poder.
Cuando escuchamos los argumentos reglamentaristas encontramos nuevamente
este punto de vista segmentado, se habla de los derechos de las mujeres o más
ampliamente, de las personas en prostitución, del derecho a disponer de su
cuerpo, sobre su sexualidad, si eligen o
no, etc. Todo vuelve a girar en torno a la persona en prostitución. De este
modo la visión reglamentarista retrotrae el tema a solamente un sector de la
sociedad y de ahí a lo personal, a lo individual. Lo remite a una elección que
siempre será personal y subjetiva y sobre todo, de la persona que se halla en
situación de prostitución. Del mismo modo que la violencia intrafamiliar era
sustraída del ámbito político y recluida al privado, lo mismo se hizo e intenta
hacer con la prostitución. Por esto decimos que es un modo de encarar el tema
conservador, dado que repite los tópicos que durante estos siglos se fueron
acunando.
Digo que es un modo de enfrentar el tema de manera segmentada porque hace un
recorte grosero y evidente dejando afuera a quienes buscan y pagan por
prostituir, a quienes obtienen directa o indirectamente ganancias de esa
actividad, y a la sociedad toda que posibilita la existencia de la prostitución
mediante el mantenimiento de las condiciones materiales y simbólicas que la
generan.
En estos momentos la práctica diaria misma se opone, va contradiciendo
esta estrategia. Cada vez más noticias hablan sobre el tema, charlas, debates,
libros, entrevistas en medios de difusión, leyes u ordenanzas municipales como
las de prohibición del funcionamiento de burdeles bajo cualquier denominación,
el decreto presidencial prohibiendo la publicidad prostibularia, demuestran que
ya no es posible colocar el tema en lo personal e individual, por el contrario,
está demostrando que es un tema netamente social, político, y es desde ahí que
debe ser encarado.
A nadie se le ocurre enfrentar a la desocupación laboral, al dengue,
chagas, a la desnutrición infantil, o al analfabetismo desde una mirada
individual, desde la relación entre la vinchuca y la persona infectada; si
alguien lo quisiera hacer así quedaría solo, porque hoy es insostenible no
pensar cualquiera de estos temas desde lo social, desde relaciones de poder y
clase, entonces, ¿por qué la prostitución tendría que ser una excepción?
Decía antes que pensar la prostitución como una relación “sexual”
mediada por el pago es una simplificación y lo es porque implica mucho más que
las personas que intervienen. Estar a favor o hacerse el desentendido u
oponerse es ante todo una postura ante
la vida y el mundo que nos rodea. Es la diferencia entre la búsqueda de
relaciones, y no hablo solamente de sexuales o de pareja o amistad, cada vez
más humanas, comprometidas, relaciones que sean un encuentro tal como lo definen los existencialistas o como dice aquella
canción de Soda Stereo, relaciones signadas por “nada personal”, de utilidad o
funcionales, simples intercambios, “nada personal, nada especial”.
Y esto implica no solamente como me relaciono con un otro una otra, sino
también conmigo mismo, como me valoro, si como una persona en un mundo con
personas, o como un objeto entre otros, como un conjunto de necesidades que
buscan su satisfacción no importa cómo. Al hablar de persona estoy mencionando también los cuerpos y la sexualidad.
Estoy interrogando si la considero parte de mi ser que merece ser vivida y
sentida en plenitud, integrada en mi persona y cuando digo integrada me refiero
a una íntima conexión con mi sensibilidad, mis afectos, mi inteligencia y
moral, o el cuerpo es solamente una herramienta, y la sexualidad una forma de
obtener algo. En el primer caso tenemos la visión integrada de la personalidad,
cuerpo psique como unidad indivisible; en el segundo la forma conservadora
donde el cuerpo esta disociado, separado del alma, de la psique, y es materia
baja, lo que debe ser dominado, usado, sometido por ser sede de las “pasiones”,
de lo bajo y vulgar.
En última instancia, interrogar acerca de la prostitución es interrogar
acerca de la sociedad que la genera y acepta, del tipo de relaciones que
establece entre las personas y de las personas consigo mismas, de la aceptación
de una sexualidad libre, plena y gratificante; es interrogarnos acerca de lo
que tiene o no tiene precio, puede o no puede ser comprado, es preguntarnos si consideramos nuestro
cuerpo como nuestra única posibilidad de vida sobre el plantea o como un
instrumento para la obtención de un fin, lo que significa también si
consideramos nuestra vida como parte de la vida y que la única finalidad es la
de ser vivida o pensamos que es un medio para obtener alguna cosa.
En definitiva, la visión reglamentarista de acuerdo con la conservadora
tradicional ven a la prostitución como un hecho individual, de elección personal y que por lo tanto atañe
solamente a quienes la ejercen. De manera más comprensiva por amplia y
abarcadora, creo que debe entenderse como un hecho social y solamente desde
esta perspectiva estudiarse, por lo que entonces, nos interroga y compete a
todos y todas las que formamos esta sociedad.
Dinero
Esto que acabo de decir no es igual para todos, mientras que para el
abolicionismo es un tema de derechos humanos, de la dignidad humana, de la
sociedad que queremos, para el reglamentarismo es una cuestión netamente
económica porque el cuerpo de la prostitución es un instrumento para conseguir
dinero, la persona en prostitución solamente el medio, la máquina, productora
de ese dinero.
El sostenimiento de la prostitución es posible a nivel material por las
enormes ganancias que proporciona y a nivel simbólico porque confirma y es parte
las bases inequitativas de nuestra sociedad.
El 21 noviembre ppdo. en una
noticia titulada “Prostitución mundial mueve cada vez más dinero” se hace
referencia a un estudio recientemente dado a conocer por la Fundación Scelles
de París que concretamente dice:
“Globalizada
y controlada por el crimen organizado, la prostitución se convirtió en un
mercado económico próspero, que se cifra en millones de dólares….
El
informe "Explotación sexual: prostitución y crimen organizado", que
hace un balance de la prostitución en 54 países, afirma que los proxenetas se
han organizado en base a "un modelo capitalista ejemplar", que les
supone beneficios que se elevan a miles de millones de dólares.
El
fenómeno de la prostitución es cada vez más fuerte, rentable y mundializado,
insiste el documento que cita el incremento de la prostitución en Argentina,
Brasil, México y Guatemala, entre otros países…..
…..
Según el informe, la cifra de negocios de la industria del sexo se elevaría a
más de 1,5 millardos de euros en Grecia, más de 2 millardos de euros en Rusia y
hasta 18 millardos en España….”
(http://www.ambito.com/noticia.asp?id=664107)
En los discursos vale lo que se dice y también los silencios, como en la
música, estos también ocupan un lugar y
tienen sentido.
Es sospechoso que en tanta charlas y reportajes y notas reglamentaristas
no se nombra el sistema prostituyente, a todos los que viven del cuerpo de las
personas sometidas a prostitución y mucho menos se habla del dinero. La
prostitución queda reducida a la actividad de unas personas y en un ámbito casi
abstracto.
Hablando de dinero es bueno recordar que
la Redtrasex dedicada a abogar
por la reglamentación de la prostitución como “trabajo”, el 12 de diciembre de
2011 firmó un acuerdo con Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la
tuberculosis y la malaria, por lo que recibirá una subvención de 12 millones de
dólares para cinco años de proyecto y 3,8 millones para los primeros dos años. El objetivo es el siguiente: “La
iniciativa cuenta con tres líneas estratégicas distintivas: una es el fortalecimiento
organizacional; otra es la mejora del marco legislativo y normativa por
medio de la incidencia política y la tercera es la mejora de los
servicios de salud.” (el subrayado es mío)
No hay que hacer
demasiada interpretación para descubrir que este dinero es clara y simplemente
para hacer lobby, para crecer y fortalecerse como organización y actuar políticamente
a nivel gubernamental, lo que esperaríamos respecto del hiv/sida, campañas de
prevención, asistencia a quienes están contagiadas, y otras, directamente ni
siquiera son nombradas.
“Según la Secretaria
Ejecutiva de la REDTRASEX, Elena Reynaga, la propuesta apunta a ….que los
gobiernos empiecen a respetarnos como ciudadanas con derechos”.”
“Para alcanzarlos, la
Red se propuso tres áreas de trabajo….Una de ellas permitirá mejorar su
participación e incidencia política en espacios de toma de decisión, a
nivel nacional y regional; la segunda, fortalecer las capacidades
(técnicas, administrativas y financieras) de sus organizaciones y finalmente la
tercera permitirá generar estudios, capacitaciones y sensibilizaciones a
profesionales de la salud para que brinden servicios de salud integral y
amigables.”(Datos obtenidos en http://www.cta.org.ar/ww.cta.org.ar/La-REDTRASEX-firmo-un-acuerdo-de.html)
Evidentemente no
interesa desmantelar la prostitución, no interesa que las personas que son
reiteradamente sometidas puedan ser liberadas, lo que sí interesa y mucho es
resguardar el negocio del que estos millones de dólares son una ínfima parte.
Mentiras
Quizá suene muy fuerte llamar así a una serie de cuestiones que son
planteadas desde el reglamentarismo, pero cuando se ha visto como a través del
tiempo son cambiadas unas por otras cada vez que caen, como se fuerzan y
tergiversas conceptos y como todo confluye hacia un único lugar: la
prostitución como “trabajo”, no queda más que dudar acerca de su veracidad.
Entiendo que muchos de estos enunciados son efectuados para impactar en
el público pues a poco que se los piense se descubre oquedad.
Veamos algunos de ellos, comenzaré por los de última cosecha y a
propósito de las leyes que en distintas provincias son dictada para el cierre
de prostíbulos:
-
Las personas en
prostitución estan invisibilizadas:
La prostitución en la práctica nunca fue invisible, las personas en las
rutas, en las esquinas, en determinadas plazas, eran perfectamente conocidas,
igualmente los prostíbulos todos sabemos dónde se hallan, es parte de su
actividad, mostrar dónde están para ser halladas.
Si lo que se quiere decir es que en el discurso no aparecían, esto es
verdad, es efecto de la naturalización. En estos momentos en que profusión de
notas y estudios aparecen diariamente ya no puede hablarse de invisibilización
en este sentido, mucho menos Ammar CTA.
Llamo la atención al modo en que usan la palabra “invisibilizadas”, queriendo indicar que al mismo tiempo que no
son “escuchadas”. Al parecer para ammar cta ser “escuchada” significa aceptar
su propuesta.
Hacer algo visible, escucharlo, no significa someterse a su arbitrio. El
abolicionismo tiene buena escucha en el sentido que puede captar lo que está
implicado y velado en el discurso y por eso mismo no lo acepta.
Vale tener presente que si tenemos que hablar de invisibilización, de no
ser escuchadas, no son precisamente quienes se quejan de esto las silenciadas,
sino todas aquellas organizaciones de personas que estuvieron o están en
situación de prostitución y que apuntan a un cambio social, que no se reconocen
ni aceptan como trabajadoras y que se esfuerzan por su crecimiento personal
concurriendo a la escuela, aprendiendo oficios, o creando cooperativas de
trabajo, algunas son Ammar Capital o Mujeres Argentinas por los Derechos
Humanos, Alitt, Mal, cooperativa Nadia Echazú.
-
Las leyes que cierran
los prostíbulos perjudican a las personas en prostitución:
El reglamentarismo dice que estas legislación perjudica directamente a
las personas en prostitución que bajo su consentimiento desempeñan
autónomamente esta actividad, las torna más vulnerables y precariza, reprimen
el ejercicio de la prostitución y contribuyen a estigmatizarla más. O sea que,
para que esto no suceda, se deben dejar las cosas como están.
Esta postura muestra claramente que lo que en última instancia defienden
es al prostíbulo y con este a todo el sistema. Esta defensa las hace caer en
contradicciones, mientras que abogan por un desempeño independiente de
proxenetas, al mismo tiempo defienden y reconocen al burdel como su lugar.
Recordemos que desde el siglo pasado está vigente la ley 12331 que prohíbe la existencia de prostíbulos o sea que las que actualmente se dictan no
son una novedad, lo que molesta es que ahora se cumplen. En definitiva, lo que
molesta y mucho es la ruptura de un sistema de impunidad que salvaguardaba los
intereses de las redes de prostitución.
Dicen que esta legislación lo que hace es volver más clandestina la
actividad y criminalizarla.
Si vamos al diccionario de la Real Academia nos encontramos con:
Clandestino/na: 1. adj.
Secreto, oculto, y especialmente hecho o dicho secretamente por temor a la ley
o para eludirla.
En tanto la ley lo que pena es el proxenetismo, el rufianismo, la
existencia de burdeles, lo que es pasible de buscar sustraerse a la ley,
ocultarse, clandestinizarse es esto, no las personas en prostitución. En la medida en que ellas se hacen cargo de
esta situación están representando los intereses de las redes, repiten la voz del amo.
Este punto que en este momento es su caballito de batalla es su mayor
fragilidad porque muestra lo que hay detrás de todos estos reclamos. Si
realmente buscaran independizarse de proxenetas, romper con la trata de
personas y el abuso comercial infantil,
estas leyes al cerrar los prostíbulos las liberan de los condicionamientos y
sometimiento a proxenetas, por lo que tendrían que al menos reconocerles esta
virtud.
En última instancia, el actual reclamo reglamentarista está más
orientado a sostener y dar un marco de legalidad a los prostíbulos que buscar
la independencia de quienes ejercen esta actividad.
-
La prostitución
siempre ha existido y existirá porque es
“necesaria” como
-
posibilidad de
satisfacción del instinto sexual masculino. (Debemos prestar atención al hecho
de que desde las organizaciones reglamentaristas comienzan a hacer al decir que
también mujeres pagan por sexo, aunque esto sea minoritario, y seguramente
estadísticamente irrelevante, como argumento no puede ser desatendido ya que de
ese modo comienzan a sacar el tema del más generas que es la violencia de
género).
No hay pruebas científicas que aseveren la existencia de la prostitución
en todas las épocas. Tengamos presente que para que exista se requiere de
determinado régimen social de género, de determinado ordenamiento de la
sexualidad y de las disposiciones morales, sanitarias y legales, de desigual
distribución de los bienes. Como todo fenómeno social depende de condiciones
que lo posibiliten las que es muy improbable que siempre hayan existido. Aún en
el supuesto de que fuera una actividad nacida con Adán, ello no implica en modo
alguno legitimidad, Caín mató a Abel pero eso no legitima al homicidio.
Por otro lado, ya ha quedado en la época mítica considerar que el deseo
sexual masculino es irrefrenable, perentorio, que su contención puede traer
daños a la salud o desencadenar consecuencias sociales catastróficas
(violaciones) (para más datos véanse estudios de masculinidad).
El reglamentarismo al adscribir estas ideas refuerza la desigualdad de
género, acepta una visión denigrada del hombre como poseso de su sexualidad y
de la mujer como objeto para su satisfacción. De este modo sostiene los
prejuicios y la moral sexual dominante al sujetar a un grupo de personas para
que sean los objetos de satisfacción de esta supuesta urgencia sexual masculina, la que también
implica la división entre la mujer privada y la pública, la honesta y la
prostituida.
- La prostitución es
una forma de empoderamiento de la mujer:
No existe tal empoderamiento, aún cuando la mujer pueda fijar el monto
de la paga, esta nunca compensará, por elevada que sea, la dignidad desconocida
y el daño que de manera concreta, no
metafórica, se produce en el cuerpo, la psique y en las relaciones
sociales. El empoderamiento debe llevar
a mejores condiciones de vida, a modificar y ampliar el campo de
movimiento, implica una acción decidida
hacia un desarrollo integral de la persona. En el caso de las estrategias de
sobrevivencia como es esta, ese objetivo no se logra. Que la persona pueda
alimentarse y dar algún bienestar a su familia no significa que eso se traduzca
en un crecimiento personal.
Difícilmente pueda
haber empoderamiento cuando los propios implicados, proxenetas, tratantes y prostituidores
(clientes), son los primeros en
convertirlas en objeto, en simples cuerpos que pueden ser usados según
el precio y luego olvidados.
El tema de la libertad es central dado que
es el concepto fundante que sostiene el andamiaje reglamentarista. Hay que
hacer notar que nunca definen qué entienden por libertad, tampoco aclaran ¿por
qué habría que pensar que la libertad también implica prostituir?, ¿por qué si
la comprende niños y niñas no podrían
tener esta libertad?
En todo lo expresado desde el reglamentarismo nunca se hace referencia a
un derecho humano básico y que se halla comprendido en los de igualdad y
libertad y que es su base: la dignidad
En la prostitución este es el principio de derechos humanos fundamental primariamente vulnerado. Vale
aclarar que todos los derechos humanos son solidarios entre sí, de tal modo que
la violación de solamente uno de ellos también implica el daño a todos los
otros, por eso este tema también podría ser contemplado desde el punto de vista
de la libertad o la igualdad o de otros, pero sin perder de vista que lo que se
halla en juego básicamente es la dignidad humana.
Ya Naciones Unidas en su Convenio
de 1949 para la Represión de
la Trata de Personas y de la Explotación
de la Prostitución Ajena centro este tema al decir en su Preámbulo:
“…la prostitución
y el mal que la acompaña, la trata de personas para fines de prostitución, son
incompatibles con la dignidad y el valor de la persona humana…”
Es precisamente en
este punto donde la prostitución de revela como opuesta a los derechos humanos,
porque justamente consiste en convertir a un ser humano en objeto, en un
cuerpo, o mucho menos, partes de un
cuerpo, suficientes para la satisfacción
sexual de quien paga.
La cosificación de la
persona, el arrebatarle su ser sujeto es el acto de anulación de sus derechos
como persona humana y por lo tanto es un acto de violencia. Al buscar anular su
humanidad también se anula su igualdad y libertad, por lo que justificar la
prostitución desde la libertad es un contrasentido, un disparate, porque sin
dignidad no hay igualdad ni libertad.
Desde esta concepción
es irrelevante el consentimiento o no, dado que los derechos humanos son
irrenunciables, no se puede consentir su anulación.
Por otro lado, y esto
es fundamental en cuanto a los derechos, la libertad es la posibilidad de
elegir entre opciones que permitan el desarrollo de una vida plena, justamente
la prostitución no es un ejemplo de una actividad que permita el desarrollo
integral y sano de la persona. Los importantes daños en el cuerpo, en lo
psíquico y social demuestran lo contrario. Debemos entender a la salud desde
una perspectiva integral y no solamente como presencia o ausencia de enfermedad. En la prostitución
la salud en el sentido amplio se ve profundamente deteriorada en sus aspectos
sociales, físicos y emocionales.
-
El abolicionismo vulnera sus derechos humanos
y laborales:
El reglamentarismo
hace una elaboración tendenciosa de lo que se entiende por derechos humanos;
toman el derecho al trabajo y a la libertad olvidándose de los restantes como
el básico de la dignidad, y otros como el derecho a la salud. Si partimos que la prostitución es una
forma de sobrevivencia no un trabajo, difícilmente se pueda encontrar un
derecho a prostituirse, o mejor aún, el derecho de los clientes a prostituir.
Si la prostitución
fuera un derecho humano, no se le podría negar a los niños y niñas.
Reclaman su derecho a
la libertad para disponer de sus vidas y cuerpos, toman la idea de ser dueñas de su propio cuerpo para reivindicar su
derecho a prostituirse. Paradójicamente es el mismo caso de quien haciendo uso
de su libertad decidiera esclavizarse, renunciar a su libertad y entregarse
como esclavo a un otro, adueñarse del propio cuerpo para someterlo a la
prostitución es similar.
-
Las Asociaciones
o cooperativas solucionan los problemas:
Esta propuesta es
impactante y eso es lo que busca, a poco de pensarla se descubre que es simple
marketing para no modificar nada.
El alquiler y
sostenimiento de emprendimientos de este tipo requiere de cierta cantidad de dinero, en general las
personas en prostitución no tienen capacidad económica ni los recursos para
comprar o alquilar una vivienda apta, el amueblamiento y sostenimiento de la
misma, pago de impuestos, etc, por lo que detrás, como en la actualidad,
estarán los proxenetas, los que sí tienen capacidad económica para montar
emprendimientos de este tipo. Es un intento de lograr el ordenamiento de
la prostitución como trabajo y dar algún cuerpo asociativo legal que permita su
reglamentación. En definitiva, sería un burdel con otro nombre.
Aún en el hipotético
caso que este modelo pudiera funcionar adecuadamente, que las personas pudieran
agruparse y unirse en sociedades o cooperativas, lo central y que hace que de
todos modos esta supuesta solución sea inaceptable es que la cosificación de la
persona y el uso para la satisfacción sexual ajena no se modifican, por lo que
el centro de violencia se mantiene ya sea con proxeneta o sin él.
Por otro lado, la
Argentina es legal y políticamente abolicionista, ha firmado documentos
internacionales al respecto, por lo que es imposible reglamentar la
prostitución bajo cualquier denominación.
-
La reglamentación elimina a proxenetas y
tratantes:
Un argumento a favor
de la regulación es que termina con la presencia de proxenetas y tratantes,
elimina la prostitución infantil y la trata de personas y da seguridad a
quienes ejercen la actividad. Estos extremos están negados y de manera muy
clara por las experiencias de los países reglamentaristas donde por el
contrario, se muestra que estos delitos no solamente no desaparecen sino que se
incrementan: aumenta el crimen organizado relacionado con la prostitución,
proliferan los locales y la industria ilegal, las condiciones en las que se
desarrolla la actividad respecto a la salud y de seguridad de las personas que
la ejercen no ha mejorado y se han enriquecido los explotadores convertidos en
“honorables” empresarios. El abuso sexual comercial infantil (prostitución
infantil) no desaparece pues es una fuente importante de ganancias que siempre
está junto a la prostitución de adultos. Por último, ahí donde hay prostitución
hay trata de personas porque este es el medio por el que se nutren de personas
sometidas los burdeles. También vale señalar que aumentaron los delitos conexos
y por lo tanto la inseguridad social (tráfico de drogas, lavado de dinero).
-
La prostitución cae en una zona de vacío
legal:
Consideran que al no ser ilícita la actividad pero al mismo tiempo, no
estar legislada, se cae en un vacío legal que favorece la acción de proxenetas
y deja en situación de desamparo a las personas que ejercen la prostitución, de ahí que
un reclamo constante sea la
reglamentación.
No existe tal vacío
legal, Argentina al ser abolicionista persigue a los proxenetas, tratantes,
explotadores en general de la sexualidad ajena, por lo que hay leyes dictadas
al respecto y últimamente son confirmadas por las de distintas provincias
ordenado el inmediato cierre de los prostíbulos. En cuanto a las personas en
situación de prostitución las considera víctimas por lo que no hay persecución
ni reproche en su contra, sino que se tiende a su asistencia. Por lo tanto no
se puede hablar de vacío legal, la falta de reglamentación de esta actividad no
es tal vacío, sino justamente la esencia
de este sistema.
-
El abolicionismo es moralista:
Se critica al
abolicionismo por considerarlo “moralista”, representante principios
especialmente religiosos, los que se contrapondrían al ejercicio libre de la
sexualidad. Esto es un contrasentido pues fueron esos principios tradicionales
los que permitieron el desarrollo de la prostitución y la mantuvieron como una
institución social más y una forma de control.
La prostitución siempre fue instituida cuando se necesitó controlar la
sexualidad, separar y amparar la reproducción y por este medio la trasmisión de
los bienes mediante una herencia también controlada.
Sostener la crítica
de “moralismo” es desconocer completamente la historia del abolicionismo y su
profunda relación con el feminismo y otros movimientos propulsores de un cambio
social y una apertura hacia una sexualidad voluntaria, libre de
condicionamientos y de la obligatoriedad de la procreación e integrada a la
personalidad y dispuesta al placer.
-
Prostitución y trata de personas son cosas
diferentes:
Los grupos
reglamentaristas aducen que mientras la prostitución no está prohibida (lo
penado es la explotación de la prostitución ajena), la trata sí lo está por ser
un delito. Basadas en lo que es una interpretación, una construcción jurídica y tomándola como un todo, separan
ambos elementos. En la práctica, en la realidad de todos los países, no existe
tan diferencia pues inevitablemente una lleva a la otra.
Este intento de
separación es una estrategia para encubrir a tratantes y
proxenetas.
El destino mayoritario de las mujeres y niñas víctimas de trata es la
prostitución, la trata de personas es el medio por el que los proxenetas se
nutren de mujeres para explotar. Si la
vulnerabilidad económica, la exclusión
social, la presión de las normas patriarcales no alcanzan para cubrir la demanda y variedad y por ello
se necesitan más cuerpos-personas, se recurre a la trata, por lo tanto, la
trata de personas es una parte importante del sistema prostituyente, no puede
ser separada de este.
Unir prostitución y trata es
integrar la secuencia hacia su finalidad; sino, si consideramos a la
trata como algo separado, caeríamos en el sin sentido de pensar que una mujer o
niña son engañadas, secuestradas, sometidas, para nada, para quedar en una
especie de limbo, cuando la realidad nos muestra que son halladas en los
burdeles.
-
La prostitución adulta es diferente a la
infantil:
Esta
argucia se halla desmentida por la propia realidad. La edad promedio en que las
personas son ingresadas a esta actividad es alrededor de los 13 años. Como en
la mayoría de los países esto constituye un delito, es la parte menos visible
de esta actividad, son muy pocos los casos en que el inicio fue en la mayoría
de edad legal.
Los
procedimientos policiales muestran como conviven en un mismo burdel niñas y
adultas.
-
El abolicionismo es de derecha y conservador:
Para algunos sectores de izquierda la reglamentación de la prostitución
significa la ruptura con la heteronorma y con modelos centrados en la mujer monogámica heterosexual y
reproductiva.
Si analizamos los
datos históricos y aún hoy, la situación real de las personas en prostitución,
surge que la prostitución es parte de un sistema de sometimiento de las
personas, de mantenimiento de los prejuicios y limitaciones impuestos a la
sexualidad (mujer pública vs privada, honesta vs deshonesta, sexo no libre,
sexo sometido a turnos y pago, el cuerpo como máquina de producción económica,
el cuerpo como máquina de reproducción, grupos destinados al “servicio” y
satisfacción de otros, etc.), mantiene una división sexual y clasista, el
dinero habido es captado fundamentalmente por el capitalista, por el dueño del
establecimiento y en la mayoría de los casos, dueño de las personas en
prostitución. En definitiva, la prostitución lejos de ser un momento
transgresor o capaz de producir modificaciones sociales, es un elemento más de
la sociedad tradicional clasista y dividida en géneros.
La ruptura de modelos centrados
en la monogámia heterosexual y reproductiva no se logra con la
prostitución dado que esta está montada para sostener dichos modelos, es una
herramienta más de poder para normalizar la sexualidad e institucionalizar los
vínculos. Sostiene la norma sexual hegemónica articulada sobre
la pareja monogámica, heterosexual y reproductora, que se legitima bajo la
institución del matrimonio al separar a las esposas, novias de las “otras”, las
relaciones afectivas de las de pago, manteniendo así los roles tradicionales.
Solamente una
sexualidad libre basada en la mutua
elección, en el placer compartido, en el respeto de los cuerpos y las personas,
en el propio sentir, librada de imposiciones sociales externas modificará este
cuadro. Mientras tanto la prostitución será la válvula de escape para no
producir un cambio significativo en las relaciones y repetirá el sometimiento
clasista y de género.
Algo que tampoco ven
estos sectores de izquierda es que la
prostitución tal como esta entablada en la actualidad responde completamente al
modelo capitalista neoliberal, es más, sus principios son los de aquel. Es una
fuente importantísima de dinero que aceita a las máquinas policial, judicial y
política. Se debe estudiar más profundamente la relación existente entre las
situaciones de crisis económica y el aumento de la cantidad de personas en
prostitución, se verá entonces que el capitalismo se hace de ese dinero para
sostener a las empresas “en blanco” y a la maquinaria funcionando. Por lo tanto
hay en la actualidad una relación profunda de mutuo apoyo y sostenimiento entre
el sistema prostituyente y el capitalista.
-
La reglamentación evita la explotación sexual:
Un término que llama a confusión es el de
“explotación sexual” equiparándolo a la “explotación laboral” cuando son
conceptos diferentes.
En el capitalismo todo trabajador es explotado, por
eso hablamos de explotación laboral. El punto no está en las condiciones en que se desarrolla la labor
sino en la plusvalía.
Al hablar de explotación sexual no se habla de las
condiciones en las que se realiza la actividad, no solamente se hace referencia
al proxeneta que se queda con parte o todo el dinero que la mujer obtiene, sino
también al prostituidor o cliente que obtiene placer mediante ese cuerpo y que
no compensa con el dinero.
El trabajador lo que vende es su fuerza de trabajo,
si bien siempre interviene el cuerpo lo que vende es su capacidad, su saber
hacer, en el caso de la prostitución, lo que se entrega es el cuerpo, no hay
mediación.
-
La prostitución es un
trabajo:
Este tema es el más debatido, estaría incompleta esta exposición sino
hiciera alguna referencia al mismo.
El reglamentarismo une esta cuestión del trabajo a la libertad de
decisión sobre el estilo de vida y el cuerpo haciendo de todo esto una cuestión
individual que depende de la voluntad y elección de cada persona. Basarse en la libertad de la persona para
prostituirse y por lo tanto considerarla
“trabajo” es un engaño. En
nuestra sociedad el trabajador vende su fuerza de trabajo, su capacidad
productiva, no a sí mismo, no a su cuerpo.
He escuchado varias veces decir que no hay diferencia entre las manos, o
el cerebro y los genitales. Este decir efectista nuevamente encubre la
realidad, que sí hay diferencias no solamente entre las distintas partes
corporales sino también en su valoración social. Tan es así que el uso de las manos o del
cerebro, las especializa, afina las herramientas físicas e intelectuales, por
el contrario, el uso de los genitales como máquina para obtener dinero, los
daña y muchas veces de manera irremediable.
Este hecho como todo otro social no depende del individuo sino que debe
ser producto de un acuerdo social en el que todas las voces debe ser oídas, dado
que hay muchas otras en igual situación que no aceptan esta designación, así
como las de quienes formamos la sociedad, dado que, repito, esta no es una cuestión
individual o de elección personal sino un hecho social.
No se debe perder de vista que la persona en prostitución es la punta
del iceberg, alrededor de ella se despliega un amplio sistema prostituyente
integrado por muchas otras personas que son las que sostienen esta actividad.
Al validar a una de ellas considerándola “trabajadora” inmediatamente se
legitima a todo el sistema.
Junto con esto se dice que si se reconoce como trabajo el estigma social
desaparecerá. Este argumento subestima o desconoce los mecanismos sociales.
Difícilmente el estigma será eliminado sobre todo cuando es mantenido en gran
medida por los hombres que se benefician del cuerpo de las personas que ejercen
esta estrategia de sobrevivencia.
Es ideal e ilusorio creer que con el cambio de nombre varían las
condiciones que le dieran origen y sostenimiento a una actividad, y es a esto a
lo que debemos apuntar. Por esto mismo decimos que el reglamentarismo busca un
cambio superficial para no cambiar en lo profundo, no solamente no modifica las
causas sino que indirectamente las convalida y permite que el capitalismo y el
patriarcado se afiancen.
Reglamentar es
instituir un mercado de cuerpos femeninos para uso del prostituidor (cliente),
que tendrá asegurada la salud y calidad y variedad de su mercancía y en
beneficio del proxeneta, que continuará lucrando y comerciando con los cuerpos,
ahora legitimado, y de los tratantes
convertidos en abastecedores de los burdeles que pasarán a ser “centros
de atención”. Lo que logra es perpetuar el sistema prostituyente con todas sus
complicidades y mantiene el statu quo, es un mensaje que dice que es lícito
usar a otra persona para los propios fines, siempre y cuando medie dinero,
es normalizar a las personas como
mercadería.
También vale considerar que por este camino se abre un espacio para el
abuso sexual infantil comercial (prostitución infantil) de tal como que podría
ser comprendida como lo hace la Organización Internacional del Trabajo, como
una de las peores formas de trabajo, peores, pero trabajo al fin
(Artículo 3 del Convenio núm. 182 de la OIT).
Sobre el tópico de que la reglamentación protege a las personas no me
extenderé porque es ampliamente conocida su total inexactitud.
Aquellas mujeres que
están en situación de prostitución y defienden su "derecho" a estarlo
como si se tratara de un trabajo, proceden como los esclavos del siglo XIX que
no querían la liberación, sino seguir sirviendo a su amo; y como todos aquellas
y aquellos que en los sucesivos momentos históricos, sufriendo imposiciones,
aceptan someterse a las mismas como algo natural.
Cuando una persona se resigna a convertirse en
esclava y en objeto para que otro la use, está aceptando que también otras
personas sean convertidas en esclavas y objeto de uso.
-
Medio de vida:
Que algo sea un medio
de vida no necesariamente los justifica ni lo torna personal y socialmente
valioso. En su momento también fue usado cuando se pretendía abolir la
esclavitud, se decía que estas personas no conocían otra cosa, que habían
nacido y vivido siempre como esclavas y que ese era su medio de vida.
Si la preocupación
reglamentarista es el medio de vida sería interesante que abogaran por trabajos
acordes a la dignidad de las personas, a que todas accedieran a educación
y capacitación laboral, antes que
dejarlas en la misma condición nada más que ahora con el nombre de
“trabajadoras”.
Este es el punto preferido por los reglamentaristas para atacar las
posturas que buscan la desaparición de las situaciones de prostitución. Dicen
que de cesar estas se dejaría a las personas sin posibilidad de sostenerse
económicamente a sí mismas y a su familia. Esto no es exacto, es un principio
del abolicionismo la asistencia integral a las personas en prostitución por
entender que la sociedad debe reparar el daño que se les ha causado y
restituirles sus derechos.
-
Trabajadoras pero
diferentes:
¿Deben sentirse
avergonzadas las personas que con una máquina hacen costura?
¿deben sentirse
disminuidas las personas que hacen “carteritas”? ¿y las que limpian en nuestras
casas?
Claro está que estas
son preguntas retóricas, pero según los dichos de Ammar CTA pareciera que sí
-
“ queremos dejarles en claro que cuando
exigimos más derechos para nuestra población, no estamos exigiendo una maquina
de coser, ni que nos busquen alternativas laborales , nosotras somos
trabajadoras sexuales y nos reconocemos como tales y así queremos que nos
reconozcan y nos respeten”
Comunicado de
Ammar CTA "Nos entregan a las mafias"
-
“Que aquellos que legislan no nos escuchen y
pretendan imponer sus argumentos moralistas ofreciéndonos alternativas
laborales, como “una máquina de coser o hacer carteritas”, es violencia.”
Declaración 25 de
noviembre - Día Internacional de la NO violencia contra la Mujer.
Algo
de sexo
Después de todo lo
dicho ¿qué lugar queda para el sexo?
Evidentemente toda
esta cuestión no tiene que ver en absoluto con
el ejercicio de la sexualidad compartida, responsable, placentera, sino
con formas de sometimiento, de control, de división de género y clase y de
obtención de dinero.
Palabras finales
El abolicionismo se
opone a la reglamentación de la prostitución por considerar que esta medida es
retrógrada, que destruye los avances en la recuperación de los derechos de las
mujeres al convalidar y fijar una
situación de desigualdad. Ello significa que en adelante las personas
vulneradas, excluidas, podrán ser reclutadas para un mercado de cuerpos en el
que los beneficiados son todos aquellos que lucran con estos cuerpos y los que
se satisfacen en ellos.
Se ha empezado a
comprender la idea de que la prostitución es una forma de violencia y que, por
tanto, no se puede entender como forma de relación laboral alguna, dado que no
puede haber derechos laborales ni mercantiles cuando se violan derechos
fundamentales.
La equidad entre
varones y mujeres no es compatible con
la prostitución. No se puede entender la dignidad como la legalización de esta inequidad.
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