TERCERAS
JORNADAS NACIONALES ABOLICIONISTAS SOBRE PROSTITUCIÓN Y TRATA DE MUJERES
NIÑAS/OS
2012
Ponencia : Colectivos de exclusión y Políticas
Públicas: mujeres en situación de prostitución.
Expositora: Carola Caride
Eje 7: Atención, restitución y derechos a las víctimas de trata y prostitución
Exclusión
social es un término que describe la imposibilidad del ejercicio de la plena
ciudadanía y de los derechos políticos, laborales, económicos y sociales.
Habitualmente se habla de personas “fuera del sistema”. Esta situación genera,
además, la ruptura de los vínculos sociales, situación que se perpetúa en el
tiempo.
Los procesos
de exclusión no son irreversibles, pueden revertirse mediante la aplicación de
acciones y políticas concretas desde los gobiernos y organismos encargados de
debatir, fomentar, crear, redactar y promover políticas públicas.
Las políticas
neoliberales aplicadas en el mundo agudizan los procesos de exclusión: la “dictadura
de la economía de mercado” precariza el trabajo y retira, progresivamente, la
asistencia a los grupos vulnerabilizados generando, de este modo, el aumento de
los procesos de exclusión social.
J. Subirats[1],
conocida feminista española, en su trabajo Análisis
de los factores de exclusión social, señala seis factores de exclusión o
vulnerabilidad social: desempleo, enfermedad o discapacidad, nivel educativo
muy bajo o inexistente, pobreza, falta de capacitación laboral, aislamiento o
incapacidad para relacionarse. En esta misma investigación, la autora afirma
que las mujeres suelen acumular mayor número de factores de exclusión
específicos por las experiencias vividas a lo largo de sus vidas.
A partir de la
globalización económica, y del avance de las políticas neoliberales, empeora
día a día la situación de vulnerabilidad de los colectivos excluidos,
colectivos de personas impedidos de ejercer la plena ciudadanía. En este caso,
el colectivo de mujeres excluidas, es uno de los más afectados.
Colectivos de exclusión de las mujeres
Cuando
hablamos de exclusión social nos referimos a marginación, explotación,
discriminación, todas formas de injusticia social en una combinación compleja
que puede darse en una persona o en un colectivo de personas. Esta situación
tiende a hacerse crónica pero, al ser dinámica, puede agravarse o revertirse en
el tiempo. Por eso la importancia de no estigmatizar y sí denunciar la
situación de estos colectivos, como es el caso de las mujeres: mujeres pobres,
humilladas, explotadas, sin voz, sin poder de decisión sumidas en el dolor, la
frustración y la pérdida total de horizontes vitales.
Los colectivos
excluidos de mujeres por su situación de vulnerabilidad son objeto de
violencia. Ésta se ejerce sobre ellas por el solo hecho de ser mujeres y se
hace concreta en agresiones físicas, psicológicas, sexuales, de carácter social
y cultural. Esta violencia de origen patriarcal es tolerada socialmente,
naturalizada y perpetúa relaciones de dominación de un género sobre otro.
Como colectivos
de exclusión de las mujeres podemos mencionar: las mujeres encarceladas, las
mujeres migrantes, las mujeres en situación de prostitución, las que tienen
capacidades diferentes, las que consumen o padecen diversas adicciones, las que
padecen trastornos mentales, y sin pretender agotar el listado, las mujeres que
viven en ámbitos rurales o sufren otras tantas formas de violencia. Si de
prostitución hablamos podemos también agregar los colectivos transgenero en
situación de prostitución.
La prostitución
Según Beatriz
Gimeno[2], en su
libro La prostitución, “la
prostitución ni ha existido siempre ni es universal. Parece acompañarnos en
Occidente al menos desde el comienzo del patriarcado y la propiedad privada”.
Con el tiempo
la prostitución se ha hecho inabarcable. Tiene que ver con las relaciones
humanas, con la sexualidad, sus miedos, sus mentiras y verdades, con la
construcción sexual del deseo y del amor, con las migraciones, entre otros, y
por encima de todo con el patriarcado y su distribución de los roles sociales y
sexuales, con el capitalismo, el neoliberalismo y con la explotación de los
cuerpos, en especial los de las mujeres por su condición de vulnerabilidad
económica y social.
Afirma Celia
Amorós[3] que el
patriarcado es como la cabeza de la medusa, llena de serpientes: cortás una y
enseguida aparecen otras.
Sheila
Jeffreys[4] califica
a la prostitución como “una práctica cultural nociva originada en la
subordinación de las mujeres (2004) y que constituye una forma de violencia
hacia las mujeres”. En su libro La
industria de la vagina dice “hay un fatalismo en la idea de la
inevitabilidad de la prostitución. Si se tiene en cuenta los graves daños -no
sólo a las mujeres y niñas que se prostituyen- sino también a la igualdad de
las mujeres y al tejido social y político de las sociedades que constituyen la
industria de la prostitución. Lo importante es TERMINARLA”.
Desde el
feminismo cuestionamos y condenamos la institución
prostitución, la combatimos y adherimos al abolicionismo pero somos conscientes
de no poder resolverla. Nos quedan propuestas concretas, parciales, quizás,
pero factibles:
- Las leyes,
- la condena a rufianes y proxenetas
- las políticas públicas y
- el cierre de prostíbulos.
Las políticas públicas
Las mujeres y
las transgenero en situación de prostitución son personas sometidas a un
régimen de violencia entre otra cantidad de vejaciones. Las mujeres y las
personas que están en esta situación, en su mayoría, lo hacen presionadas y
manipuladas por el accionar de mafias, rufianes y proxenetas.
Si entendemos
la prostitución como un problema que afecta al tejido social y político de una
sociedad, son las políticas públicas -entendidas como un conjunto de
decisiones, objetivos y acciones que lleva adelante un gobierno- las que,
tomadas de forma estratégica, pueden ser la vía para la solución del problema. Ellas,
claramente, deben ser reguladas por leyes y concretadas en acciones que tengan
sentido social para que no terminen en hechos aislados.
Las políticas
públicas las llevan adelante las autoridades públicas, más concretamente los
gobiernos. En algunos casos pueden ser una coordinación entre los gobiernos e
instituciones de la sociedad civil. Consideramos necesario y urgente que en la
agenda de los gobiernos la prostitución se considere un tema prioritario y, en
consecuencia, se aprueben leyes que establezcan planes que estratégicamente la
combatan.
Las políticas
públicas para el abordaje de la prostitución requieren, necesariamente, un
equipo interdisciplinario que trabaje en el diálogo para la planificación de
una acción concreta como respuesta al problema público que significa. Deben,
principalmente, contextualizarse, orientarse hacia el problema real y los
relacionados y diversificar los métodos para llevarse a cabo, pues no todas las
situaciones son iguales y requieren acciones diferentes.
La agenda de los
gobiernos debe contemplar el problema de la prostitución como un asunto sobre
el que se debe actuar; en consecuencia, desarrollar un plan de políticas
públicas implementadas por una ley, ya que de lo contrario ni se concreta ni es
posible evaluarlo.
Bibliografía
AAVV. Mujeres en la periferia. Icaria,
Barcelona (2006)
Gimeno,
Beatriz. La prostitución. Bellaterra,
España (2012)
Jeffreys,
Sheila. La industria de la vagina.
Nueva York (2009)
Subirats, J. Análisis de los factores de exclusión social.
IEA, Madrid (2004)
Tezanos, J.F. Tendencias en desigualdad y exclusión social
III, Madrid (2001)
Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, Noviembre de 2012.
NOTA: Ponencia
escrita para ser presentada en las III Jornadas Nacionales de Abolicionismo y
Prostitución, La Plata , 6 y 7 de diciembre de 2012.
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