TERCERAS
JORNADAS NACIONALES ABOLICIONISTAS SOBRE
PROSTITUCIÓN Y TRATA DE MUJERES Y NIÑAS/OS
2012
Ponencia: Prostitución. Entre subjetivación y
empoderamiento
Eje 2: El abolicionismo frente a la prostitución y la trata de mujeres y niñas/os
Eje 2: El abolicionismo frente a la prostitución y la trata de mujeres y niñas/os
Expositora: Claudia
Isabel Mesina
Facultad
de Filosofía y Letras UBA, Prof. Filosofía
y Literatura. Feminista. Docente de los niveles primario, Medio y Terciario en
Escuelas estatales, privadas y Bachilleratos Populares. Feminista e
investigadora, partícipe de Proyectos de Reconocimiento Institucional en
temáticas de Género, Docencia. Integrante colectivo Filosofar con chicos. Militante de CAUCE-BRECHA. Integrante de la
Campaña Nacional contra las Violencias hacia las Mujeres.
Prostitución. Entre subjetivación y empoderamiento
El tratamiento
de la prostitución como un problema y sus aristas volvió a estar en el centro de
las discusiones feministas del presente año. Las discusiones giran en torno,
una vez más, a pensar acerca de si la solución del problema de la
prostitución debe darse por medio del abolicionismo o del
reglamentarismo o prohibicionismo. Este año se produjeron dos presentaciones
que reflejan posiciones encontradas relacionadas con el ejercicio de la
prostitución. Por un lado se conformó el FAN, Frente Abolicionista Nacional.
Entidad en la que dentro de sus objetivos principales se encuentra, por
supuesto, la abolición del sistema prostituyente de redes de trata y
prostitución, lo cual no debería ser una novedad para nuestro país, ya que ha
firmado los convenios y se ha pronunciado como abolicionista[1]. El
FAN se presenta a sí mismo en su documento de apertura de la siguiente manera:
EL FRENTE ABOLICIONISTA NACIONAL
(F.A.N.) se constituye como una instancia de acción de las personas, grupos, y
entidades de la sociedad civil que reunidas en Buenos Aires el 16 de julio de
2012, han resuelto adherir a sus objetivos, siendo el principal de ellos la abolición
del sistema prostituyente, y la restitución plena de los DDHH a las personas
afectadas.
El FAN se
presenta como una instancia de acción que a partir de la abolición del sistema
prostituyente permite restituir los
derechos humanos de las personas que realizan actividades dentro de esas redes de
prostitución y trata, elemento que les parece esencial. Es por ello que el FAN
tiene su fundamento principal en considerar que el ejercicio de la prostitución
en las redes vulnera derechos humanos fundamentales, como la dignidad humana,
el derecho a una vida autónoma sin ejercicio de violencia y sin ser tratadas
como objetos o medios para la satisfacción de fines ajenos. Si bien reconocen
que no es lo mismo el ejercicio de la prostitución dentro de las redes que
fuera de ellas, piensan que tanto en una como en otra instancia hay derechos
humanos vulnerados relacionados principalmente con los modos históricos en que
las mujeres terminan realizando esas actividades.
Por otro lado,
este año también se ha conformado la Red por el Reconocimiento del Trabajo
Sexual, quienes en su carta de presentación afirman:
Consideramos el trabajo sexual como un
servicio ofrecido por personas mayores de edad en pleno ejercicio de sus
facultades, de mutuo consentimiento y sin coacción alguna de terceras personas
para ejercer esta actividad. Es un esfuerzo personal para la comercialización
de servicios con un fin económico, que origina un pago en dinero o cualquier
otra forma de retribución. Es una parte o etapa de una actividad, de un
proyecto personal para la formación y/o constitución de un bien capital o un
fin determinado. En el III Convenio de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT) se define a quien ejerce el trabajo sexual como “toda persona que
consiente en mantener relaciones sexuales con un número indeterminado de individuos
mediante remuneración”.
Estamos ante la
presencia de dos posiciones que se oponen a la hora de contemplar la actividad
como un trabajo sexual válido. La consideración del ejercicio de la
prostitución como un trabajo es una
concepción muy controvertida. La Red apoya el ejercicio de la prostitución como
un trabajo válido cuando es ejercido de “mutuo consentimiento”. Esta posición
no analiza los modos históricos en que las mujeres terminan ejerciendo esas
actividades. Su concepción es meramente mercantilista en el sentido que lo
considera como un intercambio de un bien capital al igual que cualquier otro
servicio.
El FAN considera que la prostitución no es un
trabajo, y menos aún digno y que al destruir la dignidad humana, se vulnera un
derecho humano básico. Todas estas cuestiones han sido objeto de largos
debates, si la prostitución puede ser considerada un trabajo o no, si la
prostitución es un trabajo digno, si es lo mismo prostitución que trata, si es
necesario comprobar el consentimiento en mujeres mayores de edad[2],
cuáles son los modos históricos en los que las mujeres llegan a ejercer la
prostitución, quiénes son los que avalan este ejercicio, quiénes son los que
protegen y ocultan el ejercicio de esta actividad, a quiénes reprimen los
organismos de represión y muchas más
discusiones que todavía no están saldadas. La problemática que se abre es
amplia y de múltiples aristas[3]. El
panorama que se despliega alrededor del
ejercicio de la prostitución es amplio.
En principio advertimos
que “prostitución” no es un término unívoco. Por un lado está la cuestión
relacionada con la actividad en sí misma. Por otro lado, las consideraciones
acerca de cuáles son los dispositivos que operan alrededor del ejercicio de la
actividad con respecto a cómo llegaron las mujeres allí, si hay o no
consentimiento de parte de ellas, cuáles son las prácticas a las cuales se
hallan obligadas, cómo se regula la actividad, en qué condiciones materiales
trabajan esas mujeres, qué cuidados se dispensan, el lugar que ocupan en sus
sociedades, entre otras. Lo cierto es
que el ejercicio de la prostitución, sea considerado trabajo o no, no es una
cuestión privada de quienes la ejercen sino una problemática social de la cual
no nos podemos desentender.
EMPODERAMIENTO
SÍ O NO
Una concepción relevante
relacionada con el ejercicio de la prostitución gira en torno al empoderamiento
y qué niveles de autonomía manejan las mujeres en situación de prostitución. Es
evidente que no es lo mismo una mujer que trabaja en un servicio de Escort[4] de
forma privada (aunque esto también habría que delimitarlo muy bien) y una mujer
que está presa de las redes de trata sin poder disponer de su tiempo ni de lo
que recauda por medio de la actividad que realiza. La prostitución es
practicada como una actividad migratoria por muchas jóvenes estudiantes y
universitarias de las grandes ciudades quienes generalmente tienen que ganarse
la vida lejos de sus ciudades natales, sobre todo en algunos países europeos. Somos
conscientes que en los países latinoamericanos la situación es mayormente muy
diferente. Una autora que ha escrito sus propias experiencias en el ejercicio
de la prostitución en estos términos es la francesa Virginie Despentes, quien
describe la actividad en su libro Teoría
King Kong, como una salida laboral mucho más provechosa, o en todo caso no
muy diferente a otras ofertas laborales. Despentes defiende esta actividad,
dice que ha practicado la prostitución en forma ocasional durante dos años de motu proprio en Lyon, Francia y sin
presiones de ninguna red ni rufianes. Para ella es una actividad que además de
ser más lucrativa que otras le ha permitido alcanzar un mejor bienestar
económico. Lo realizó mediante un sistema de “minitel”, llamadas telefónicas
anónimas, a partir de las cuales elegía a los clientes.
Despentes encuentra
en el desarrollo de esta actividad aspectos negativos y positivos en un nivel
no muy diferente al de cualquier otro trabajo. No ve a esta actividad como la
panacea del trabajo ni tampoco la peor de todas. Para Despentes hay infinidad
de personas que no trabajan en lo que les gusta o que no les gusta trabajar y
de todos modos tienen que hacerlo. Ella lo describe así:
Odiaba trabajar. Me deprimía la
cantidad de tiempo que dejaba en ello, lo poco que ganaba y la facilidad con la
que gastaba el dinero. Miraba a las mujeres más mayores que yo, trabajando toda
una vida de ese modo para poder ganar poco más que el sueldo mínimo y para que,
cuando tuvieran cincuenta años, les echara la bronca el jefe de sección porque
iban demasiadas veces a mear. Mes tras mes comprendía con detalle lo que quería
decir llevar una vida de trabajadora honrada. Y no veía escapatoria posible. Ya
en esa época había que contentarse con tener un trabajo. Pero yo nunca he sido
razonable y me costaba conformarme.[5]
Verlo como un trabajo, de alguna manera,
plantea el supuesto de que es una actividad que se ejerce voluntariamente. Esto
deja fuera al testimonio de muchísimas mujeres que no han podido elegir, ya que
han quedado atrapadas en las redes de prostitución desde muy pequeñas
arrastradas al ejercicio de la prostitución por sus padres o parejas o
simplemente por rufianes. Más allá que
de adultas hayan podido desprenderse de las redes y puedan ejercer la actividad
por cuenta propia, como lo propone Despentes ¿podríamos decir que es una
actividad voluntaria? Esta arista
conduce la cuestión a su costado social. La prostitución ¿es o no es un
problema social? Para Despentes es un problema social porque sostiene que a
todo el mundo le concierne hablar de la prostitución como algo no deseable, es
algo que está naturalizado en la sociedad de lo cual todo el mundo está de
acuerdo que no se debe hacer y sobre lo que cualquiera opina. No así de otro
tipo de actividades en las que las mujeres también están en inferioridad de
condiciones. Afirma Despentes:
El tipo de trabajo que las mujeres no
pudientes ejercen, los salarios miserables a cambio de los cuales venden su
tiempo, eso no le interesa a nadie.[6]
El tratamiento
del problema se desarrolla en el orden de los discursos hegemónicos acerca de
qué es lo que debe hacerse y qué no. Para Foucault el discurso acerca del sexo
no está prohibido en las sociedades modernas pero sí sus límites y su manera
cifrada de hablar acerca de él en general, teniendo en cuenta que estamos
hablando de una actividad marginal esos discursos están mucho más perimidos por
la carga moral que tiene. Para Foucault:
[…] lo propio de las sociedades
modernas no es que hayan obligado al sexo a permanecer en las sombra sino que
ellas se hayan volcado a hablar del sexo siempre, haciéndolo valer, poniéndolo
de releve como el secreto.[7]
Esta delimitación
del discurso del sexo a lo oculto, a lo perimido juega un papel predominante en
el análisis del poder acerca del ejercicio de la prostitución y la
consideración de quienes están involucradas en esa actividad. Pero la relación
entre sexo y poder para Foucault es negativa, de “rechazo, exclusión,
desestimación, barrera”. Si esto es en el ámbito del sexo en general, lo será
mucho más en prácticas marginales como la prostitución.
Despentes
analiza el abolicionismo dentro de similares parámetros, piensa que se plantea la
abolición de la prostitución, o cierta regulación como en Francia, al retirarla
de las grandes ciudades y confinarla a los espacios más despoblados como los
bosques para sacársela de la vista, como guardar la basura debajo de la alfombra.
Para la autora esta es una exigencia de la familia tradicional, particularmente
de las mujeres casadas quienes ven a las prostitutas como una competencia, por
lo cual no permiten que sea posible realizar su trabajo en condiciones legales
más favorables. Despentes ve con buenos ojos la reglamentación del sector para
las mujeres que prefieren ejercer la prostitución como una vía de trabajo
opcional.
Más allá de
estas consideraciones es advertible que la emancipación de la que dice gozar
Despentes no es la misma que la de las mujeres que trabajan en los barrios y
suburbios de Buenos Aires y las grandes ciudades latinoamericanas. Hay un
proceso de empoderamiento que se produce en Despentes, o que ella siente así, que
no se advierte en muchas de aquellas mujeres. No se puede decir lo mismo de
muchas mujeres y niñas latinoamericanas que trabajan en condiciones de extrema
vulnerabilidad para rufianes o son presas de las redes de trata. Inclusive si
hablamos de mujeres que trabajen por su cuenta y no para rufianes o redes hay
muchísimos relatos de experiencias muy traumáticas, a tal punto que muchas
terminan en la muerte.
El principal
problema que plantean tanto en AMMAR
Capital, Asociación de Mujeres Argentinas por los DDHH y AMMAR Córdoba, Asociación
de Mujeres Meretrices Argentinas (CTA), según
sus propias experiencias es que la autoestima de una mujer en situación de
prostitución es tan baja que un bien elemental como el cuidado de la salud se
deja de lado por considerar su subjetividad en un plano inferior al resto de
las mujeres y demás personas. Es por ello que estas organizaciones promocionan
y coordinan talleres de cuidado de la salud, culminación de estudios primarios,
reparto de preservativos gratuitos, impresión de folletería con instrucciones
para el cuidado de la salud, prevención de VIH y otras enfermedades de
transmisión sexual (ETS), programas de promoción de derechos humanos, civiles,
sociales y políticos, talleres con perspectiva de género, etc.
Para AMMAR Córdoba no es posible prevenir las ETS y
otras sin un fortalecimiento de la autoestima que promocione que las mismas mujeres deseen
cuidarse y valorarse como seres humanos igual que el resto de la población.
Para esta organización la promoción de talleres ha sido de gran impacto para
mejorar la calidad de vida de estas mujeres. Al mismo tiempo, es de valorar que
se produce un proceso de empoderamiento que no estaba dado antes de que estas
organizaciones existieran. Estas organizaciones son parte activa de este proceso
de empoderamiento que cumple un rol que debiera cumplir el Estado, cuyas
políticas públicas dedicadas al sector son insuficientes o casi nulas. El
objetivo de estas estrategias es la sensibilización colectiva, el
establecimiento de redes de apoyo y protección contra los procedimientos
policiales y el tratamiento legal que se les da a estas mujeres. Todas estas
estrategias se dan no sin obstáculos, ya que se desarrollan en un marco de
falta de recursos, de una construcción social negativa hacia el sector, de
represión de las fuerzas policiales, etc.
Como dijimos
anteriormente, la noción de trabajo en el ejercicio de la prostitución es
problemática. Si para analizar la cuestión nos centramos en la discusión acerca
de la diferencia esencial entre trabajo-no trabajo, llegamos a un impasse, no
podemos avanzar ya que es imposible que las posiciones concilien. Pero si nos
centramos en la diferencia a partir de la noción de empoderamiento, sí podemos
lograr acercamientos entre ambas posiciones que terminan siendo, de alguna
manera, positivos tanto en sentido objetivo como social, político. Es decir, en
sentidos que puedan traducirse en proyectos de intervención que tengan como
objetivo un proceso de empoderamiento de las mujeres en situación de
prostitución.
Ambas
posiciones, como ya advertimos, confluyen en entender como necesaria la
organización de las mujeres, la educación, el conocimiento de métodos de
protección de la salud. Ambas posiciones consideran que es necesaria la
reconstrucción de la autoestima al permitir el cuidado de la salud basado en la
autovaloración personal. Todas estas estrategias actúan en vías del
empoderamiento de las mujeres.
PROSTITUCIÓN.
INTERCAMBIO DE QUÉ.
Si nos
centramos en qué es lo que se intercambia en un “servicio” que presta una mujer
al prostituirse es más difícil separar las posiciones. Para una mujer más o
menos empoderada, lo que entrega a otro en ese contrato es algo que ella tiene
y que se evidencia diferente a la alienación del trabajo dentro de las relaciones
de producción capitalista. ¿Qué es lo que diferencia a Virginie Despentes de
muchas mujeres latinoamericanas en estado de prostitución que trabajan en
burdeles, para rufianes o no? ¿Qué es lo que se entrega al “cliente” a cambio
de un valor monetario? ¿Cuál es la diferencia entre la prestación de este
“servicio” y cualquier otro? Para la catedrática estadounidense Catherine
Mackinnon lo que el “cliente” compra no es un servicio, lo que se
compra en ese acto es you do what I say “hacé lo que te digo”. Al estar la sexualidad
ligada a la construcción de la identidad y la subjetividad, la sumisión
construye una subjetividad perimida. MacKinnon,
en una Conferencia en el Encuentro Internacional sobre Violencia de Género
organizado por la Defensoría General de la Nación Argentina en la Facultad de
Derecho en el 2010, dice que "el dinero coacciona el sexo en la prostitución, que representa
una violación serial” debido al número de veces que una mujer realiza este
supuesto “servicio” por año. Dice MacKinnon:
Cada mujer prostituida atiende unos 7
mil hombres por año haciendo disociación entre el ‘Yo’ y el mundo para
sobrevivir, y el comprador (cliente) entiende esa necesidad como ‘consentimiento’:
esto es ideológico, por lo cual penalizar al comprador baja su privilegio[8].
La construcción de una subjetividad bajo estos parámetros da como
resultado una subjetividad desdoblada, alienada por completo, disminuida,
subjetividad que está atravesada por lo que MacKinnon llama ideología, y esa ideología, ese “hacé lo que te
digo” patriarcal permea todos los estamentos de la sociedad. Los discursos
hegemónicos, los términos, “no sólo designan sino que además forman y enmarcan”[9] las subjetividades.
¿Qué es lo que se entrega en el ejercicio de
la prostitución? Lo que se entrega en el intercambio de una sexualidad mercantilizada
parece ser algo que va más allá de un “servicio”, lo que entrega una mujer en
situación de prostitución, está en el orden de los cuerpos, de los deseos más
íntimos, lo que se entrega satisface los deseos masculinos ¿qué hay de los
deseos de las mujeres en estado de prostitución? Ese “servicio” prestado
produce una objetivación de la mujer como objeto de satisfacción de la sexualidad
ajena y conforma una subjetividad disminuida. ¿Cómo se llegó históricamente a
esta situación? Para Foucault la propia subjetivación es ya una forma de
sujeción. Si esto es así, entonces la mujer está en ese lugar doblemente
sujetada porque ha sido llevada ahí por mecanismos de poder, dispositivos
sexo-generizados atravesados por condiciones de clase que han hecho que ciertas
mujeres ocupen ciertos lugares al servicio del deseo de ciertos varones ¿Es
deseable este tipo de subjetividad?
¿Cómo se sale de esto? Para Teresa de
Laurentis el género está constituido por tecnologías de género que controlan
las representaciones de los discursos hegemónicos. Esos discursos promueven e
implantan representaciones de género. Pero por fuera de estos discursos, en los
márgenes, en las prácticas micropolíticas “estos términos pueden tener también
una parte en la construcción del género, y sus efectos están más bien en el
nivel “local” de las resistencias, en la subjetividad y en la
auto-representación”.[10]
Es decir que es posible la construcción de géneros resistentes a los discursos
hegemónicos así mismo como subjetividades y prácticas emergentes ¿Esto significaría que la solución
podría estar dentro de organizaciones como AMMAR y no de parte del Estado? Hay
quienes ponen la solución del ejercicio de la prostitución por el Estado fundamentalmente
en la abolición del sistema y el cierre de burdeles, o en la prohibición del
sector, es decir en su poder jurídico de negación, de oposición. Esto ya está
comprobado históricamente que no sirve, sino solamente para que haya un
reacomodamiento del sector, nuevos disfraces para una actividad que es muy
rentable y compra voluntades. Es decir, si el modelo de solución estatal de
esta problemática es esencialmente jurídico, como ya vimos más arriba, el
problema de la falta de empoderamiento de las mujeres no se soluciona, el
problema de la falta de trabajo que ocasionaría el cierre de burdeles no se
soluciona, el problema del cuidado de la salud de esas mujeres no se soluciona,
el problema del patriarcado no se soluciona. El problema es complejo y requiere
soluciones complejas, en una sociedad que disciplina los cuerpos, en una
sociedad en donde la representación de la mujer en los medios de comunicación
es la de un objeto mediante el cual se mercantiliza cualquier tipo de
productos, en una sociedad con una educación sin perspectiva de género, en una
sociedad con una justicia sin perspectiva de género que permite feminicidios
sin hacer nada, en una sociedad en la
cual se “penaliza” a las mujeres que caen en un hospital con signos de haberse
practicado un aborto clandestino interviniéndola sin anestesia y sin un gramo
de cordura, en una sociedad en estos términos la simple abolición del sistema
prostituyente no logrará absolutamente nada. Es más, empeorará la situación de
muchas mujeres en estado de prostitución. Quizá debamos buscar la constitución
de una nueva subjetividad, buscar la grieta que permita la discontinuidad de
una subjetividad hegemónica, como sostiene Butler, una “elaboración radical de
la subjetividad formada en y contra la hegemonía histórica del sujeto jurídico”[11], una resistencia a reconocer
lo que nos quieren hacer creer que somos e “imaginar y desarrollar lo que
podríamos ser”, como sostiene Foucault y agrega:
La conclusión sería que el problema
político, ético, social, filosófico de nuestra época no es intentar liberarnos
del estado y las instituciones del estado sino liberarnos del estado y el tipo
de individualización que se vincula a él. Tenemos que promover nuevas formas de
subjetividad mediante el rechazo del tipo de individualidad que se nos ha
impuesto durante varios siglos.[12]
Para MacKinnon "Las mujeres pueden
imaginar una vida sin el sexo a la venta". ¿Será posible imaginar una
sociedad así? Y si es posible ¿cuáles son las vías de intervención a las que
tenemos que acudir? Para la solución del problema ¿Será posible una solución en
los márgenes, en las resistencias, en la subversión de los discursos
hegemónicos, en las prácticas micropolíticas sin contar con la intervención del
Estado o habrá que pensar nuevas formas de intervención?
Bibliografía
Butler, Judith, Mecanismos psíquicos del poder. Teorías sobre la
sujeción, Valencia: Cátedra, 1997
De Laurentis, Teresa, La tecnología del género,
Despentes, Virginie, Teoría King Kong, España: Melusina , 2007
Foucault, M., Historia de la sexualidad 1: La Voluntad de Saber,
Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2008
Mackinnon, Catherine, Conferencia en el Encuentro Internacional
sobre Violencia de Género organizado por la Defensoría General de la Nación en
la Facultad de Derecho de la UBA, 2010
[1] Argentina ha firmado el Convenio para la Represión de la Trata de
Personas y la Explotación de la Prostitución Ajena, (resolución 317(IV), elaborado
por Naciones Unidas el 2 de diciembre de 1949 como una Carta de Derechos
Humanos, la CEDAW, Convención contra toda forma de discriminación hacia las
mujeres, el pacto de San José de Costa Rica, el Tratado de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, entre otros convenios.
[2] Esta es lo que aparece en la Ley 26.364 donde
se hace un tratamiento del consentimiento de forma tal que se permite la
posibilidad de la trata de personas en mujeres mayores de edad al penalizar
sólo la trata en menores de 18 años.
[3] La principal de estas contiendas quizá haya sido la que han sostenido
entre AMMAR Capital, Asociación de Mujeres Argentinas por los DDHH quienes suscriben el documento del FAN y
AMMAR, Asociación de Mujeres Meretrices Argentinas, Nacional con su sede principal en Córdoba
quienes se hayan afiliados a la CTA, Central de Trabajadores Argentinos y
quienes son parte de la Red de Reconocimiento del Trabajo Sexual junto con el
apoyo de varias universidades nacionales y con reconocimiento internacional de la
Red de Mujeres Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe, que agrupa a
organizaciones de 15 países de la región, quienes están exigiendo a la OEA que
reconozca la legalidad de su trabajo y promueva el castigo a la violencia que
se ejerce contra ellas en la región.
[4] “Una
escort es una mujer que cobra 1.000 euros sólo por saludarte”, es la definición
de alguien que tiene el privilegio de tener a una de ellas como amiga. “Suelen
ser chicas jóvenes, universitarias, cultas, con físicos imponentes. Algunas son
muy mediáticas, están relacionadas con el mundo de la televisión. Llegan a
cobrar más de 12.000 euros sólo por acompañar a quien se lo pueda permitir
durante un fin de semana a un país árabe. Otras veces, sólo dan conversación:
puede suceder que ella tenga más carreras que quien las contrata, que suelen
ser políticos, empresarios, personajes de la nobleza o de la cultura” http://www.elconfidencial.com/cache/2008/10/20/salud_58_escorts_prostitutas_potentados.html
[5] Despentes, Virginie,Teoría
King Kong, , España: Melusina , 2007, p. 53
[6] Idem, p. 49
[7] Foucault, M., Historia de la
sexualidad 1: La Voluntad de Saber, Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2008.
Pag. 38
[8] Mackinnon, Catherine, Conferencia en el Encuentro Internacional
sobre Violencia de Género organizado por la Defensoría General de la Nación en
la Facultad de Derecho de la UBA, 2010
[9] Butler, Judith, Mecanismos
psíquicos del poder. Teorías sobre la sujeción, Cátedra, Valencia, pág. 106
[10] De Laurentis, Teresa, La
tecnología del género, Pag., 25
[11] Butler, Judith, Mecanismos
psíquicos del poder. Teorías sobre la sujeción, Cátedra, Valencia, pág. 114
[12] Foucault, M., The Subject and the Power citado por Butler, Judith, Mecanismos psíquicos del poder. Teorías sobre la sujeción, pag., 114